Pasaron cinco meses desde que ella se fue. Dejó un gran
vacío dentro de mí, y yo no encontraba nada con qué llenarlo. Todo me recordaba
a ella y eso me asfixiaba, porque ya no podía ir a su casa a pasar la noche a
su lado, o simplemente llamarla al teléfono cada diez minutos. Hablábamos cada
día, cada noche; pero no era lo mismo.
Cada día que pasaba me sentía más sola, más vacía… Así que
decidí no quedarme apalancada en casa todo el día, y salir con mis amigos. De
esta manera logré despejarme mucho, y no agobiarme al pensar en la distancia y
en Ariadna. Seguían pasando las semanas, y cada vez hablábamos menos. Yo sentía
que ese vínculo que nos unía se iba desgastando conforme iba pasando el tiempo,
y acabamos enfriándonos un poco. Ella me decía siempre los meses que quedaban
para que regresara y poder vivir juntas nuestra vida, pero yo pensaba que sólo
eran tontas ilusiones que jamás se podrían cumplir.
Una noche me fui de fiesta a una discoteca muy conocida de
la ciudad, y allí conocí a Bianca. Era alta, con el pelo oscuro y ojos
marrones. Noté que me miraba mucho, y en algún momento de la noche, se me
acercó:
- - Hola, guapa.
- -Hola.
- -¿Qué hace una chica como tú en un sitio como
éste?
- -¿No se te ha ocurrido una frase más típica? Qué
poco original.
- -Nunca se me ha dado bien impresionar con
palabras.
- -Ya, ya veo.
- -¿Te invito a una copa?
- -Bueno, ¿qué voy a perder?
Fuimos a la barra, y allí pidió un par de copas y me llevó a un
sitio más alejado de los altavoces y de la gente.
- -Bueno, y ¿cómo te llamas?
- -Celeste, ¿y tú?
- -Bonito nombre, yo me llamo Bianca.
- -Ah, bien. Encantada supongo.
- -¿Eres así de borde con todo el mundo?
- -No, sólo con chicas como tú.
- -¿Ahhh si? ¿Y cómo soy yo?
- -Te acercas a mí, te gastas cinco euros en
invitarme a una copa para luego tenerme ganada, te enrollarás conmigo y mañana
no sabré más de ti.
- -¿Esa es la impresión que te doy?
- -Todas sois iguales.
- -Alomejor te equivocas, quién sabe.
- -No creo, ¿por qué ibas a ser diferente?
- - Porque sabes que he estado mirándote toda la
noche, y luego me has visto pedirle dinero a mi amiga para pagar la invitación.
- -Si, uff, amor verdadero.
- -Si quisiera hacer eso que has dicho ya estarías
tendida a mis pies.
- -Ya, claro.
- -Es cierto, pero contigo haré una excepción.
- -¿Y eso por qué?
- -Me has gustado.
- -Lo que me faltaba por oír, te he gustado.
- -Bueno, piensa lo que tú quieras.
En ese preciso momento mi móvil
empezó a sonar. Era Ariadna.
- -Voy fuera un segundo. – Le dije a Bianca.
Ya fuera, descolgué el móvil.
- -¿Celeste?
- -Sí, dime.
- -¿Dónde estás? Te he estado llamando a casa tres
horas, pero no estabas.
- -Emmm… estoy…
en el cine.
- -Ahh.. bien… Esque tengo que decirte algo
importante.
- -¿Te importa si hablamos mañana?
- -No, claro. Mañana te llamo.
- -Vale.
- -Adiós, cariño.
- -Chao.
Fui corriendo hacia adentro. En
realidad no sé por qué le había mentido, me sentía un poco mla, pero fui y me senté otra vez con Bianca.
- -Pensé que te habrías ido ya. – Le dije.
- -¿Yo? ¿Por qué?
- - Por
descubrir tu plan.
- -J aja j aja que graciosa eres cuando quieres.
- -Sí, bueno.
- -¿Y qué me cuentas sobre ti?
- -Nada que pueda interesarte.
- -Bueno, mira, si vas a seguir con esta actitud me
voy. No tengo por qué ir detrás de ti como una tonta.
Se levantó, pero le cogí la mano
impidiéndoselo. No sé por qué hice eso, algo dentro me dijo que lo hiciera, que
no la dejase irse.
- -¿Qué?
- -Te olvidas tu chaqueta.
- -Ya, es verdad.
- - Oye, lo siento. Es que muchas chicas se
acercaron a mí para hacerme eso, y no quería que me sucediera otra vez.
- -Bueno, lo entiendo. Eres muy borde, ¿eh?
- -A veces sí.
- -Bueno, ¿empezamos de nuevo?
- -Va, venga.
- -Hola, guapa.
- -Hola. – Le dije riéndome. – Que tonta eres.
- -¡Oye! Que nos acabamos de conocer.
- -Ja ja j aja perdón.
- -¿Cómo te llamas?
- -Celeste, ¿ y tú?
- -Tengo la extraña sensación de que te conozco.
- -A mí me pasa igual, fíjate.
- -Bueno.. no sé, ¿ qué te cuentas?
- -Pues nada, acabo de conocer a una chica que está
un poco loca.
- -¿Si? Anda. Yo he conocido a una chica bastante
guapa.
- -No seas boba, anda.
Y así seguimos toda la noche,
hasta que un amigo con los que vine me dijo que ya nos íbamos todos.
- -Bueno, parece que me tengo que ir.
- -Eso parece…
- -Bueno, pues encantada de haberte conocido dos
veces. Me he divertido mucho.
- -Pero.. ¿ya no nos vamos a ver más?
- -No sé, si quieres…
- -¡Claro!
- -Entonces mira en el bolsillo de tu chaqueta.
Después me fui sin decirle nada
más. Le dejé mi número de teléfono escrito en una servilleta de papel, y se la
guardé en el bolsillo de su chaqueta mientras ella fue al baño. Sentía algo
raro; por un lado tenía ilusión de
verla, pero por otro lado pensaba en Ariadna, y en la mentira que le había
contado.