viernes, 21 de diciembre de 2012

¡Nos despedimos!


¡Hola, queridos seguidores!
Sí, este es el fin de nuestra querida novela. Aquí han tocado fin diecinueve semanas, diecinueve viernes. Ahora sólo me queda agradeceros vuestro apoyo, sin él no hubiera sido posible seguir con esto. Espero haber causado algún sentimiento o simplemente alguna emoción en vosotros, porque para mí, que soy una principiante en esto, es muchísimo.
Desde el principio intenté conmoveros e intrigaros. Puede que no estéis de acuerdo con algunos aspectos de la novela, como lo de que Bianca y Ariadna estuviesen al mismo nivel en la balanza. Es un tema polémico, pero quiero deciros que es diferente verlo a vivirlo. Supongo que la mayoría de lectores habrán sentido alguna vez eso que llaman amor, y entonces saben perfectamente que nada tiene sentido cuando estás enamorado.
El cambio de personaje a la hora de escribir la novela en la segunda parte, era sólo para que veáis los dos aspectos en los que se puede reflejar la historia. Pensé que era una forma original de intentar haceros ver lo difícil que es a veces enamorarse.
El tema fundamental por el que empecé a escribir esta novela, es para haceros ver que el amor entre personas del mismo sexo existe. Que no todo es chico-chica, si no que hay una gran variedad de maneras de ver el amor.
Por último, quisiera pediros que me hagáis recibir de alguna manera vuestras críticas, vuestras opiniones y todo lo que pensáis sobre la historia. De verdad, es algo muy muy muy importante para mi, ya que soy una principiante y me gustaría saber lo que tengo que mejorar, para seguir escribiendo con tanta fuerza como ahora. Os dejaré mi e-mail por aquí, podéis poneros en contacto conmigo siempre que queráis.
Gracias a todos de corazón, un beso enorme.

Capítulo 9 - Nuestra historia.


Supongo que una historia de amor así no ocurre todos los días. Por eso pensamos en escribirla, en plasmarla en papel para recordarla el resto de nuestra vida.
Hoy, ya han pasado seis años desde que Ariadna y yo nos conocimos. Y esta ha sido nuestra historia desde aquél día en que nuestras miradas se cruzaron, y en un instante todo cambió. He plasmado nuestra historia de principio a fin, con cada detalle y con todo el sentimiento que mi experiencia  me ha dejado.
Actualmente, sigo viviendo con mi ahora esposa, Ariadna. Nos casamos hace dos años, en aquél monte en el que decidí quedarme con ella el resto de mi vida. Fue precioso, y asistieron todos nuestros amigos. Los padres de Ariadna vinieron de Estados Unidos, y lo más increíble fue que mis padres también asistieron. Me dijeron que estaba loca, pero que me amaban así, que no les importaba con quién, si yo era feliz. Fue uno de los días más felices de mi vida sin dudarlo.
Ahora Ariadna trabaja como jefa de departamento en una agencia de publicidad. Ella elabora todos los eslóganes de las empresas más importantes de la cuidad. Pero jamás ha dejado de hacerme el desayuno y de traerme el pastel de vainilla cada día.
Valentín ya no viene los domingos. Empezó a salir con una chica, y vive en Barcelona, aunque siempre nos vemos en las fechas importantes. Sólo puedo decir que sin él nada hubiera sido posible. Él nos escuchaba y nos aconsejaba, y siempre quiso lo mejor para nosotras. Fue el padrino de nuestra boda, y es alguien muy importante para nosotras.
En cuanto a mí, acabé mis estudios y ahora trabajo como cocinera. No es el trabajo para el que estudié, pero me apasiona la gastronomía y todo lo que tiene que ver con ella. Aunque quizá lo deje, ya que no tendré tiempo para cuidar a nuestra futura hija. Sí, Ariadna y yo decidimos que era el momento, y estamos en trámites de adopción de una niña japonesa.
Pero lo mejor de todo, es que jamás me arrepentí ni un segundo de elegir a Ariadna. Hice lo que me dijo mi corazón, y hoy puedo decir que soy la mujer más feliz del mundo. Dejé atrás los miedos y las dudas, y simplemente lo supe. También sé que no me arrepiento de haber estado con Bianca, ya que creo que era parte de mi destino. Creo que ella debía cruzarse en mi camino para guiarme hacia lo que yo soy hoy. Y quizá yo debía cruzarme también en su camino.
Y después de todo, aprendí que todo ocurre por alguna razón. Todo pasa porque tiene que pasar. El destino controla nuestra vida mientras jugamos al azar. Nadie sabe lo que le depara el mañana, pero aún así, no hay que tener miedo. El final de la vida es la felicidad.
Supongo que ya no queda nada más por decir, os he explicado mi vida en forma de sentimientos plasmados en letras. Ésta es mi historia, o mejor dicho, nuestra historia; y a día de hoy no soy yo sola, soy nosotras.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Capítulo 8 - Nuestras cuatro paredes.


Esa noche fuimos al piso que Ariadna compró. Era pequeño y acogedor, aunque no tenía casi muebles. Tenía dos habitaciones, en una de ellas había una cama, y en la otra cajas llenas de ropa y algunos objetos que Ariadna trajo de Estados Unidos.
En el salón sólo había un sofá pequeño y medio roto, y una mesa muy baja. En la cocina apenas había un frigorífico con algunos yogures dentro. Un horno y un mueble lleno de platos y vasos.
Esta iba a ser nuestra nueva casa. Me sentía entusiasmada de poder tener aquel espacio sólo para nosotras. Llevar nuestras propias reglas, construir un nuevo mundo apartado de mentiras y rencores. Sabía que era el principio de algo muy grande, de algo indudablemente especial.
Pasamos esa noche allí. Hacía un poco de frío, pero los abrazos de Ariadna me servían de manta. No pude dormir de lo emocionada que estaba. Sentía que todo había salido bien, aunque no paraba de pensar en Bianca y en cómo estaría. Sabía que le había hecho mucho daño, y que quizá jamás me lo perdonaría. Ella había sido alguien muy especial, pero mi corazón mandó. Mi corazón me guió a la inigualable voz de Ariadna, de esa chica de pelo azul que un día se topó conmigo y me hizo hacer cosas inimaginables. Estaba segura de que eso era lo correcto. Estaba completamente segura de que mi vida empezaba esa noche, de que era sólo el principio.
Al día siguiente Ariadna me llevó a una tienda de decoración de interiores. Elegimos muebles para nuestra habitación y para el salón. Compramos una televisión y un microondas… fue una mañana realmente agotadora. Después me llevó a comer a un restaurante, y le dije:
-          -¿De dónde has sacado tanto dinero?
-          -Bueno, ahorré mucho dinero, pero mis padres también me han dado bastante.
-          -Ahh… entiendo.
-          -¿Eres feliz?
-          -Sí, mucho. ¿Y tú?
-          -También.
Ambas sonreímos. Después de dar unas vueltas y seguir comprando cosas para el piso, me dijo que había encontrado un buen trabajo. Estaba bastante cerca de casa, y le pagarían un buen sueldo. Me dijo que yo podría seguir estudiando, tendríamos bastante con lo que ganase ella. No me lo podía creer. De repente, mi vida estaba totalmente construida. Era cierto, su promesa era cierta. Todo lo que creí que era una ilusión, era verdad. Ella había hecho lo imposible por estar aquí conmigo, estaba dispuesta a todo con tal de ser feliz conmigo. De repente me di cuenta de que ella era lo mejor que me había pasado nunca. Que esa era la vida que yo quería vivir.
Pasaron unos cuantos meses. Ella trabajaba, y yo estudiaba. Poco a poco fuimos montando la casa, incluso pintamos las paredes y compramos cuadros. El frigorífico ahora estaba lleno de comida. Era exactamente todo como en un sueño. Era lo que yo había soñado siempre, ella era lo que yo había soñado siempre.
Valentín venía mucho a casa, sobre todo a jugar con Ariadna a la consola. Les encantaba tirarse el domingo entero jugando  a matar zombies. Era espectacular, me enamoré de la rutina con ella. El despertarme y encontrarme el desayuno hecho cada día, que volviese del trabajo y me trajera siempre un pastel de vainilla de esos que me encantan.
Un día, fui a hacer la compra, y me encontré a Bianca.
-          -Hey, Bianca, hola.
-          -¿Ce.. Celeste?
-          -¿Cómo estás?
-          -¿Ahora si te importa? Hace seis meses que no hablo contigo.
-          -¿Sigues enfadada? No sé, no volví a saber de ti y…
-          -Bah, da igual, ¿sabes? Ya no me importa.
-          -No lo parece.
-          -¿Qué quieres decir con eso?
-          -Bianca, tienes diecinueve años. ¿No crees que eres un poco mayor para enfadarte toda la vida conmigo?
-          -No sé tú, pero me enamoré de ti. De repente vuelve tu novia y te vas de rositas con ella como si yo no fuese nada.
-          -Va, ya está. No te pongas así, no lo pretendo. En serio, lo siento de verdad. Será mejor que me vaya… Adiós.
-          -Que te vaya muy bien.
Después de  aquél día ya no volví a saber de ella. Supuse que le afectó demasiado, o quizá es una persona a la que le cuesta superar las cosas. Me sentía bastante mal, porque no creía haberle causado tanto daño, y eso me hacía daño a mí. Al fin y al cabo, yo también me enamoré de ella, ella fue todo para mí, y me importaba.  Pero no podía hacer nada.
Después de eso llegué a casa, y tras hablar con Ariadna, me sentía mucho mejor. Ella me hacia ver un rayo de sol en medio de una tormenta. 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 7 - Eres tú.


Esa noche no conseguí dormir, no podía conciliar el sueño; estaba demasiado nerviosa. La noche se me hizo eterna, así que cuando vi un poco de sol en la ventana, salí a fuera. Me fui a un parque cercano a mi casa, y allí, mirando al cielo, se me aclararon las ideas. Estaba sentada en un banco, y me pregunté: ‘’¿Con cuál darías todo por estar sentada en este banco ahora mismo, mirando al cielo azul? ‘’
Entonces lo tuve claro. Retiré la balanza, y todo lo que me nublaba las ideas, y mi corazón mandó.
Pasaron las horas, y por la tade, casi anocheciendo, me llamó Ariadna. El nudo en la garganta no me dejaba expresarme con claridad, pero aún así quedamos en el centro para dar una vuelta.
-          -Hola.
-          -Hey, ¿qué tal? – me dijo.
-          -Bien, la verdad. ¿y tú?
-          -Bien, muy bien.
-          -Me alegro mucho. ¿Te apetece algo de cenar?
-          -¡Sí!
La llevé a un bar, y después de cenar, fuimos en moto hasta una colina desde la que se veía toda la ciudad. El cielo estaba negro, pero en contraste con todas las luces de la ciudad, era un paisaje precioso.
-          -Qué bonita vista, ¿eh? – me dijo.
-          -Pues sí, preciosa.
-          -Oye… Celeste, ¿qué ha pasado con la otra chica?
-          -¿Qué chica?
-          -Pues, Bia…
-          -Yo sólo nos veo a ti y a mí.
La miré, me miró. Entonces lo supo. Me acerqué poco a poco a sus labios, y a un milímetro de su boca le dije: Me he dado cuenta de que daría todo por sentarme contigo en el banco. Después la besé como nunca. Sentía que ahora la quería más que nunca, y que a pesar de Bianca y sus cosas, era ella la única que hacía que las mariposas revoloteasen en mi interior con sólo pensar en ella. Al cabo de un rato, de varios besos y abrazos, le dije:
-          -Quiero que seas la única en mi vida, ¿vale? Quiero que sepas que te quiero muchísimo, y que estos días, al pensar que te perdía, sentía que lo perdía todo..
-          -Yo tampoco quiero perderte nunca…
-          -¿Quieres que empecemos de nuevo? Sin Bianca, sin distancia, sin nada, sólo tú y yo.
-          -¿De verdad?
-          -Por supuesto.
Me besó de nuevo. Y así pasamos aquella noche, entre abrazos y besos que ojalá hubiesen sido eternos. Después de eso, dormimos juntas en mi casa, y al día siguiente decidí quedar con Bianca para explicárselo todo. Ariadna se fue a casa de Valentín, y quedamos en que iría en cuanto acabase con ella.
Así lo hice, quedé con Bianca esa misma tarde, en el parque de siempre.
-        -  Hola. – le dije.
-         - Hey.
-          -¿Qué tal?
-          -Bien, nerviosa. ¿Y tú?
-          -Pues.. bien.
-          -¿Por qué tenías tanta prisa por quedar?
-          -Tenemos un asunto pendiente.
-          -Es cierto. ¿Ya lo has pensado?
-          -Sí… hace un par de días.
-          -Ya… ¿y?
-          -Pues…  después de mucho pensar, de muchas noches sin dormir…
-          -Venga va, ve al grano, me pones nerviosa con tanta intriga.
-          -Voy a empezar de nuevo con Ariadna.
-          -¿Cómo dices?
-          -Pues eso…
-          -No puede ser, Celeste. ¿Es una broma?
-          -Lo siento, Bianca… pero me he guiado por mi corazón, y me ha llevado a esa decisión.
-          -Qué sabrás tú de corazón… me has utilizado de comodín mientras ella no estaba.
-          -¿Cuántas veces te lo tengo que explicar? Sabes que nunca quise utilizarte, esa no era mi intención. Sólo quería volver a ser feliz, joder. ¿Es tan difícil de entender?
-          -¿Y si te hice tan feliz por qué no te quedas conmigo?
-          -No lo sé, simplemente algo me dice que debo irme con ella. Quizá me arrepienta, quizá no. Pero es mi decisión. Si no ibas a aceptarlo, no haberme hecho elegir.
-          -Bueno, allá tú. No pienso perder más tiempo contigo. Que te vaya muy bien, ¿Vale?
-          -Oye… no quiero acabar así contigo. Puede que ahora mismo no, pero cuando se enfríen un poco las cosas, podemos volver a hablar, podemos ser amigas.
-          -Lo dudo mucho.
-          -Bueno, sabes mi teléfono, aquí estoy para lo que necesites.
Se levantó y se fue. Iba a paso rápido, y tardé poco en perderla de vista. Me sentía muy mal, pero no podía hacer nada para evitarlo. Quizá ella no se merecía esto, era una buena chica. Después de eso fui con Ariadna, y empecé a llorar sin saber por qué. Pero entre sus brazos todo parecía menos malo, y en ese momento supe que no debía arrepentirme, que no me equivocaba, que era ella.