viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 7 - Eres tú.


Esa noche no conseguí dormir, no podía conciliar el sueño; estaba demasiado nerviosa. La noche se me hizo eterna, así que cuando vi un poco de sol en la ventana, salí a fuera. Me fui a un parque cercano a mi casa, y allí, mirando al cielo, se me aclararon las ideas. Estaba sentada en un banco, y me pregunté: ‘’¿Con cuál darías todo por estar sentada en este banco ahora mismo, mirando al cielo azul? ‘’
Entonces lo tuve claro. Retiré la balanza, y todo lo que me nublaba las ideas, y mi corazón mandó.
Pasaron las horas, y por la tade, casi anocheciendo, me llamó Ariadna. El nudo en la garganta no me dejaba expresarme con claridad, pero aún así quedamos en el centro para dar una vuelta.
-          -Hola.
-          -Hey, ¿qué tal? – me dijo.
-          -Bien, la verdad. ¿y tú?
-          -Bien, muy bien.
-          -Me alegro mucho. ¿Te apetece algo de cenar?
-          -¡Sí!
La llevé a un bar, y después de cenar, fuimos en moto hasta una colina desde la que se veía toda la ciudad. El cielo estaba negro, pero en contraste con todas las luces de la ciudad, era un paisaje precioso.
-          -Qué bonita vista, ¿eh? – me dijo.
-          -Pues sí, preciosa.
-          -Oye… Celeste, ¿qué ha pasado con la otra chica?
-          -¿Qué chica?
-          -Pues, Bia…
-          -Yo sólo nos veo a ti y a mí.
La miré, me miró. Entonces lo supo. Me acerqué poco a poco a sus labios, y a un milímetro de su boca le dije: Me he dado cuenta de que daría todo por sentarme contigo en el banco. Después la besé como nunca. Sentía que ahora la quería más que nunca, y que a pesar de Bianca y sus cosas, era ella la única que hacía que las mariposas revoloteasen en mi interior con sólo pensar en ella. Al cabo de un rato, de varios besos y abrazos, le dije:
-          -Quiero que seas la única en mi vida, ¿vale? Quiero que sepas que te quiero muchísimo, y que estos días, al pensar que te perdía, sentía que lo perdía todo..
-          -Yo tampoco quiero perderte nunca…
-          -¿Quieres que empecemos de nuevo? Sin Bianca, sin distancia, sin nada, sólo tú y yo.
-          -¿De verdad?
-          -Por supuesto.
Me besó de nuevo. Y así pasamos aquella noche, entre abrazos y besos que ojalá hubiesen sido eternos. Después de eso, dormimos juntas en mi casa, y al día siguiente decidí quedar con Bianca para explicárselo todo. Ariadna se fue a casa de Valentín, y quedamos en que iría en cuanto acabase con ella.
Así lo hice, quedé con Bianca esa misma tarde, en el parque de siempre.
-        -  Hola. – le dije.
-         - Hey.
-          -¿Qué tal?
-          -Bien, nerviosa. ¿Y tú?
-          -Pues.. bien.
-          -¿Por qué tenías tanta prisa por quedar?
-          -Tenemos un asunto pendiente.
-          -Es cierto. ¿Ya lo has pensado?
-          -Sí… hace un par de días.
-          -Ya… ¿y?
-          -Pues…  después de mucho pensar, de muchas noches sin dormir…
-          -Venga va, ve al grano, me pones nerviosa con tanta intriga.
-          -Voy a empezar de nuevo con Ariadna.
-          -¿Cómo dices?
-          -Pues eso…
-          -No puede ser, Celeste. ¿Es una broma?
-          -Lo siento, Bianca… pero me he guiado por mi corazón, y me ha llevado a esa decisión.
-          -Qué sabrás tú de corazón… me has utilizado de comodín mientras ella no estaba.
-          -¿Cuántas veces te lo tengo que explicar? Sabes que nunca quise utilizarte, esa no era mi intención. Sólo quería volver a ser feliz, joder. ¿Es tan difícil de entender?
-          -¿Y si te hice tan feliz por qué no te quedas conmigo?
-          -No lo sé, simplemente algo me dice que debo irme con ella. Quizá me arrepienta, quizá no. Pero es mi decisión. Si no ibas a aceptarlo, no haberme hecho elegir.
-          -Bueno, allá tú. No pienso perder más tiempo contigo. Que te vaya muy bien, ¿Vale?
-          -Oye… no quiero acabar así contigo. Puede que ahora mismo no, pero cuando se enfríen un poco las cosas, podemos volver a hablar, podemos ser amigas.
-          -Lo dudo mucho.
-          -Bueno, sabes mi teléfono, aquí estoy para lo que necesites.
Se levantó y se fue. Iba a paso rápido, y tardé poco en perderla de vista. Me sentía muy mal, pero no podía hacer nada para evitarlo. Quizá ella no se merecía esto, era una buena chica. Después de eso fui con Ariadna, y empecé a llorar sin saber por qué. Pero entre sus brazos todo parecía menos malo, y en ese momento supe que no debía arrepentirme, que no me equivocaba, que era ella.

No hay comentarios:

Publicar un comentario