viernes, 21 de diciembre de 2012

¡Nos despedimos!


¡Hola, queridos seguidores!
Sí, este es el fin de nuestra querida novela. Aquí han tocado fin diecinueve semanas, diecinueve viernes. Ahora sólo me queda agradeceros vuestro apoyo, sin él no hubiera sido posible seguir con esto. Espero haber causado algún sentimiento o simplemente alguna emoción en vosotros, porque para mí, que soy una principiante en esto, es muchísimo.
Desde el principio intenté conmoveros e intrigaros. Puede que no estéis de acuerdo con algunos aspectos de la novela, como lo de que Bianca y Ariadna estuviesen al mismo nivel en la balanza. Es un tema polémico, pero quiero deciros que es diferente verlo a vivirlo. Supongo que la mayoría de lectores habrán sentido alguna vez eso que llaman amor, y entonces saben perfectamente que nada tiene sentido cuando estás enamorado.
El cambio de personaje a la hora de escribir la novela en la segunda parte, era sólo para que veáis los dos aspectos en los que se puede reflejar la historia. Pensé que era una forma original de intentar haceros ver lo difícil que es a veces enamorarse.
El tema fundamental por el que empecé a escribir esta novela, es para haceros ver que el amor entre personas del mismo sexo existe. Que no todo es chico-chica, si no que hay una gran variedad de maneras de ver el amor.
Por último, quisiera pediros que me hagáis recibir de alguna manera vuestras críticas, vuestras opiniones y todo lo que pensáis sobre la historia. De verdad, es algo muy muy muy importante para mi, ya que soy una principiante y me gustaría saber lo que tengo que mejorar, para seguir escribiendo con tanta fuerza como ahora. Os dejaré mi e-mail por aquí, podéis poneros en contacto conmigo siempre que queráis.
Gracias a todos de corazón, un beso enorme.

Capítulo 9 - Nuestra historia.


Supongo que una historia de amor así no ocurre todos los días. Por eso pensamos en escribirla, en plasmarla en papel para recordarla el resto de nuestra vida.
Hoy, ya han pasado seis años desde que Ariadna y yo nos conocimos. Y esta ha sido nuestra historia desde aquél día en que nuestras miradas se cruzaron, y en un instante todo cambió. He plasmado nuestra historia de principio a fin, con cada detalle y con todo el sentimiento que mi experiencia  me ha dejado.
Actualmente, sigo viviendo con mi ahora esposa, Ariadna. Nos casamos hace dos años, en aquél monte en el que decidí quedarme con ella el resto de mi vida. Fue precioso, y asistieron todos nuestros amigos. Los padres de Ariadna vinieron de Estados Unidos, y lo más increíble fue que mis padres también asistieron. Me dijeron que estaba loca, pero que me amaban así, que no les importaba con quién, si yo era feliz. Fue uno de los días más felices de mi vida sin dudarlo.
Ahora Ariadna trabaja como jefa de departamento en una agencia de publicidad. Ella elabora todos los eslóganes de las empresas más importantes de la cuidad. Pero jamás ha dejado de hacerme el desayuno y de traerme el pastel de vainilla cada día.
Valentín ya no viene los domingos. Empezó a salir con una chica, y vive en Barcelona, aunque siempre nos vemos en las fechas importantes. Sólo puedo decir que sin él nada hubiera sido posible. Él nos escuchaba y nos aconsejaba, y siempre quiso lo mejor para nosotras. Fue el padrino de nuestra boda, y es alguien muy importante para nosotras.
En cuanto a mí, acabé mis estudios y ahora trabajo como cocinera. No es el trabajo para el que estudié, pero me apasiona la gastronomía y todo lo que tiene que ver con ella. Aunque quizá lo deje, ya que no tendré tiempo para cuidar a nuestra futura hija. Sí, Ariadna y yo decidimos que era el momento, y estamos en trámites de adopción de una niña japonesa.
Pero lo mejor de todo, es que jamás me arrepentí ni un segundo de elegir a Ariadna. Hice lo que me dijo mi corazón, y hoy puedo decir que soy la mujer más feliz del mundo. Dejé atrás los miedos y las dudas, y simplemente lo supe. También sé que no me arrepiento de haber estado con Bianca, ya que creo que era parte de mi destino. Creo que ella debía cruzarse en mi camino para guiarme hacia lo que yo soy hoy. Y quizá yo debía cruzarme también en su camino.
Y después de todo, aprendí que todo ocurre por alguna razón. Todo pasa porque tiene que pasar. El destino controla nuestra vida mientras jugamos al azar. Nadie sabe lo que le depara el mañana, pero aún así, no hay que tener miedo. El final de la vida es la felicidad.
Supongo que ya no queda nada más por decir, os he explicado mi vida en forma de sentimientos plasmados en letras. Ésta es mi historia, o mejor dicho, nuestra historia; y a día de hoy no soy yo sola, soy nosotras.

viernes, 14 de diciembre de 2012

Capítulo 8 - Nuestras cuatro paredes.


Esa noche fuimos al piso que Ariadna compró. Era pequeño y acogedor, aunque no tenía casi muebles. Tenía dos habitaciones, en una de ellas había una cama, y en la otra cajas llenas de ropa y algunos objetos que Ariadna trajo de Estados Unidos.
En el salón sólo había un sofá pequeño y medio roto, y una mesa muy baja. En la cocina apenas había un frigorífico con algunos yogures dentro. Un horno y un mueble lleno de platos y vasos.
Esta iba a ser nuestra nueva casa. Me sentía entusiasmada de poder tener aquel espacio sólo para nosotras. Llevar nuestras propias reglas, construir un nuevo mundo apartado de mentiras y rencores. Sabía que era el principio de algo muy grande, de algo indudablemente especial.
Pasamos esa noche allí. Hacía un poco de frío, pero los abrazos de Ariadna me servían de manta. No pude dormir de lo emocionada que estaba. Sentía que todo había salido bien, aunque no paraba de pensar en Bianca y en cómo estaría. Sabía que le había hecho mucho daño, y que quizá jamás me lo perdonaría. Ella había sido alguien muy especial, pero mi corazón mandó. Mi corazón me guió a la inigualable voz de Ariadna, de esa chica de pelo azul que un día se topó conmigo y me hizo hacer cosas inimaginables. Estaba segura de que eso era lo correcto. Estaba completamente segura de que mi vida empezaba esa noche, de que era sólo el principio.
Al día siguiente Ariadna me llevó a una tienda de decoración de interiores. Elegimos muebles para nuestra habitación y para el salón. Compramos una televisión y un microondas… fue una mañana realmente agotadora. Después me llevó a comer a un restaurante, y le dije:
-          -¿De dónde has sacado tanto dinero?
-          -Bueno, ahorré mucho dinero, pero mis padres también me han dado bastante.
-          -Ahh… entiendo.
-          -¿Eres feliz?
-          -Sí, mucho. ¿Y tú?
-          -También.
Ambas sonreímos. Después de dar unas vueltas y seguir comprando cosas para el piso, me dijo que había encontrado un buen trabajo. Estaba bastante cerca de casa, y le pagarían un buen sueldo. Me dijo que yo podría seguir estudiando, tendríamos bastante con lo que ganase ella. No me lo podía creer. De repente, mi vida estaba totalmente construida. Era cierto, su promesa era cierta. Todo lo que creí que era una ilusión, era verdad. Ella había hecho lo imposible por estar aquí conmigo, estaba dispuesta a todo con tal de ser feliz conmigo. De repente me di cuenta de que ella era lo mejor que me había pasado nunca. Que esa era la vida que yo quería vivir.
Pasaron unos cuantos meses. Ella trabajaba, y yo estudiaba. Poco a poco fuimos montando la casa, incluso pintamos las paredes y compramos cuadros. El frigorífico ahora estaba lleno de comida. Era exactamente todo como en un sueño. Era lo que yo había soñado siempre, ella era lo que yo había soñado siempre.
Valentín venía mucho a casa, sobre todo a jugar con Ariadna a la consola. Les encantaba tirarse el domingo entero jugando  a matar zombies. Era espectacular, me enamoré de la rutina con ella. El despertarme y encontrarme el desayuno hecho cada día, que volviese del trabajo y me trajera siempre un pastel de vainilla de esos que me encantan.
Un día, fui a hacer la compra, y me encontré a Bianca.
-          -Hey, Bianca, hola.
-          -¿Ce.. Celeste?
-          -¿Cómo estás?
-          -¿Ahora si te importa? Hace seis meses que no hablo contigo.
-          -¿Sigues enfadada? No sé, no volví a saber de ti y…
-          -Bah, da igual, ¿sabes? Ya no me importa.
-          -No lo parece.
-          -¿Qué quieres decir con eso?
-          -Bianca, tienes diecinueve años. ¿No crees que eres un poco mayor para enfadarte toda la vida conmigo?
-          -No sé tú, pero me enamoré de ti. De repente vuelve tu novia y te vas de rositas con ella como si yo no fuese nada.
-          -Va, ya está. No te pongas así, no lo pretendo. En serio, lo siento de verdad. Será mejor que me vaya… Adiós.
-          -Que te vaya muy bien.
Después de  aquél día ya no volví a saber de ella. Supuse que le afectó demasiado, o quizá es una persona a la que le cuesta superar las cosas. Me sentía bastante mal, porque no creía haberle causado tanto daño, y eso me hacía daño a mí. Al fin y al cabo, yo también me enamoré de ella, ella fue todo para mí, y me importaba.  Pero no podía hacer nada.
Después de eso llegué a casa, y tras hablar con Ariadna, me sentía mucho mejor. Ella me hacia ver un rayo de sol en medio de una tormenta. 

viernes, 7 de diciembre de 2012

Capítulo 7 - Eres tú.


Esa noche no conseguí dormir, no podía conciliar el sueño; estaba demasiado nerviosa. La noche se me hizo eterna, así que cuando vi un poco de sol en la ventana, salí a fuera. Me fui a un parque cercano a mi casa, y allí, mirando al cielo, se me aclararon las ideas. Estaba sentada en un banco, y me pregunté: ‘’¿Con cuál darías todo por estar sentada en este banco ahora mismo, mirando al cielo azul? ‘’
Entonces lo tuve claro. Retiré la balanza, y todo lo que me nublaba las ideas, y mi corazón mandó.
Pasaron las horas, y por la tade, casi anocheciendo, me llamó Ariadna. El nudo en la garganta no me dejaba expresarme con claridad, pero aún así quedamos en el centro para dar una vuelta.
-          -Hola.
-          -Hey, ¿qué tal? – me dijo.
-          -Bien, la verdad. ¿y tú?
-          -Bien, muy bien.
-          -Me alegro mucho. ¿Te apetece algo de cenar?
-          -¡Sí!
La llevé a un bar, y después de cenar, fuimos en moto hasta una colina desde la que se veía toda la ciudad. El cielo estaba negro, pero en contraste con todas las luces de la ciudad, era un paisaje precioso.
-          -Qué bonita vista, ¿eh? – me dijo.
-          -Pues sí, preciosa.
-          -Oye… Celeste, ¿qué ha pasado con la otra chica?
-          -¿Qué chica?
-          -Pues, Bia…
-          -Yo sólo nos veo a ti y a mí.
La miré, me miró. Entonces lo supo. Me acerqué poco a poco a sus labios, y a un milímetro de su boca le dije: Me he dado cuenta de que daría todo por sentarme contigo en el banco. Después la besé como nunca. Sentía que ahora la quería más que nunca, y que a pesar de Bianca y sus cosas, era ella la única que hacía que las mariposas revoloteasen en mi interior con sólo pensar en ella. Al cabo de un rato, de varios besos y abrazos, le dije:
-          -Quiero que seas la única en mi vida, ¿vale? Quiero que sepas que te quiero muchísimo, y que estos días, al pensar que te perdía, sentía que lo perdía todo..
-          -Yo tampoco quiero perderte nunca…
-          -¿Quieres que empecemos de nuevo? Sin Bianca, sin distancia, sin nada, sólo tú y yo.
-          -¿De verdad?
-          -Por supuesto.
Me besó de nuevo. Y así pasamos aquella noche, entre abrazos y besos que ojalá hubiesen sido eternos. Después de eso, dormimos juntas en mi casa, y al día siguiente decidí quedar con Bianca para explicárselo todo. Ariadna se fue a casa de Valentín, y quedamos en que iría en cuanto acabase con ella.
Así lo hice, quedé con Bianca esa misma tarde, en el parque de siempre.
-        -  Hola. – le dije.
-         - Hey.
-          -¿Qué tal?
-          -Bien, nerviosa. ¿Y tú?
-          -Pues.. bien.
-          -¿Por qué tenías tanta prisa por quedar?
-          -Tenemos un asunto pendiente.
-          -Es cierto. ¿Ya lo has pensado?
-          -Sí… hace un par de días.
-          -Ya… ¿y?
-          -Pues…  después de mucho pensar, de muchas noches sin dormir…
-          -Venga va, ve al grano, me pones nerviosa con tanta intriga.
-          -Voy a empezar de nuevo con Ariadna.
-          -¿Cómo dices?
-          -Pues eso…
-          -No puede ser, Celeste. ¿Es una broma?
-          -Lo siento, Bianca… pero me he guiado por mi corazón, y me ha llevado a esa decisión.
-          -Qué sabrás tú de corazón… me has utilizado de comodín mientras ella no estaba.
-          -¿Cuántas veces te lo tengo que explicar? Sabes que nunca quise utilizarte, esa no era mi intención. Sólo quería volver a ser feliz, joder. ¿Es tan difícil de entender?
-          -¿Y si te hice tan feliz por qué no te quedas conmigo?
-          -No lo sé, simplemente algo me dice que debo irme con ella. Quizá me arrepienta, quizá no. Pero es mi decisión. Si no ibas a aceptarlo, no haberme hecho elegir.
-          -Bueno, allá tú. No pienso perder más tiempo contigo. Que te vaya muy bien, ¿Vale?
-          -Oye… no quiero acabar así contigo. Puede que ahora mismo no, pero cuando se enfríen un poco las cosas, podemos volver a hablar, podemos ser amigas.
-          -Lo dudo mucho.
-          -Bueno, sabes mi teléfono, aquí estoy para lo que necesites.
Se levantó y se fue. Iba a paso rápido, y tardé poco en perderla de vista. Me sentía muy mal, pero no podía hacer nada para evitarlo. Quizá ella no se merecía esto, era una buena chica. Después de eso fui con Ariadna, y empecé a llorar sin saber por qué. Pero entre sus brazos todo parecía menos malo, y en ese momento supe que no debía arrepentirme, que no me equivocaba, que era ella.

viernes, 30 de noviembre de 2012

Capítulo 6 - Aquí manda el corazón.


Pasaron unos días, y yo no salí de casa. No podía parar de pensar en lo que me dijo Bianca, no sabía que hacer. Pero a pesar de eso, llamaba a Ariadna varias veces cada día, y cada vez había más buen rollo entre las dos. No quería que lo pasara mal, así que yo me encargaría de que se despejara. Un día fui a verla. Le compré un lirio; era su flor favorita.  Llegué y nada más verla se lo di. Su cara de sorpresa me hizo ver en ella a una Ariadna diferente, tenía ojeras, el pelo recogido y el rímel corrido, pero a pesar de eso, la veía preciosa.  Su expresión me transmitía una sensación extraña pero agradable, era como un rayo de sol en medio de una tormenta. Desayunamos juntas. La llevé a la cafetería donde siempre desayunábamos antes de ir a clase.
-         - Me gusta este sitio – me dijo.
-          -A mí también, me recuerda a cuando entrábamos aquí  por las mañanas heladas de frío.
-          -¡Sí! Eran geniales esos días.
-          -Pues la verdad es que sí..
Nos quedamos mirando. No tuvimos que mediar palabra, sabía perfectamente lo que me quería decir: te quiero.
Y me plantó un beso.  Así, sin más. Me quedé parada unos segundos, pero al fin pude reaccionar. Me dijo que quería que todo fuese como antes, pero que después de todo nada lo sería. Lo peor es que tenía razón, hiciera lo que hiciese, no podía borrar lo que había hecho, pero le dije que a pesar de todo yo haría lo que pudiese para que fuese igual que antes.
Ese día lo pasamos bastante bien, por la tarde fuimos al cine, y después la dejé en casa de Valentín.
Volviendo a casa, me crucé con Bianca, pero ella no me vio. Estaba con algunas amigas suyas; la veía  reírse y eso me hacía sentir bien; al menos no estaba mal.  Y de repente todo volvió a mi mente. Era una difícil elección. No podía elegir entre Bianca o Ariadna, ya que ambas me hacían sentir amor. En medio del camino yo me encontraba sola y a oscuras, sin saber bien qué hacer. Llegué a casa y decidí llamar a Valentín:
-          -Hola, Valen.
-          -Hey, Celeste, ¿qué tal?
-          -Bueno, bien. ¿y tú?
-          -Bien. ¿qué ocurre?
-          -Es Bianca… el otro día me dijo que tenía que elegir entre ella o Ariadna.
-          -¿En serio?
-          -Sí…
-          -Qué fuerte. ¿Y qué vas a hacer?
-          -Llevo muchos días pensando, y todavía no tengo ninguna idea clara. ¿Qué crees que debo hacer?
-          -No lo sé… es una situación bastante complicada, la verdad.
-          -Sí, lo sé…
-          -Lo que todo el mundo diría es que pusieras una balanza, y que pusieras en cada una las cosas que han hecho por ti y lo que has vivido con ellas, pero yo pienso que es una auténtica bobada. El corazón manda, Celeste, así que haz lo que él te diga.
-          -Entiendo…
-          -Pero no te presiones, ni intentes quedar bien con nadie.
-          -Lo sé, haré lo que me has dicho.
-          -Bien.
-          -Oye, ¿cómo está Ari?
-          -Pues la noto mucho mejor estos días… está más animada, y no sé… me ha dicho cosas…
-          -¿Qué cosas?
-          -Le hace mucha ilusión que la llames cada noche, y hoy se ha puesto loca cuando le has traido la flor…
-          -¿Crees que piensa que soy una idiota?
-          -Sí, creo que sí. Pero también creo que te quiere por encima de todas esas cosas.
-          -¿Sí, tu crees?
-          -Yo creo que sí… Oye, ¿y Bianca que te ha dicho?
-          -Pues que me quiere, y que no quiere perderme… Pienso que es injusto que me haga elegir entre ellas dos, pero la entiendo…
-          -Bueno, debo irme. Llámame si necesitas algo.
-          -De acuerdo, gracias.
-          -Chao.
Me sentía mucho mejor al hablar con Valentín. Estaba más tranquila, pero seguía pensando en todo… ¿Bianca o Ariadna? Era imposible.
Intentaba saber lo que mi corazón me decía, pero no me decía nada. Realmente estaba en medio de las dos, a igual distancia, a un paso de cada una. Pero si daba un paso hacia una de ellas, la otra se quedaba a dos pasos: a una eternidad.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Capítulo 5 - Cruce de caminos.


Al día siguiente llamé a Valentín. Me dijo que Ari estaba más animada, y que había cenado y desayunado bien. Eso me alegró. Sin embargo yo no dormí en toda la noche… tras mucho pensar, supe que si Ariadna no quería saber nada de mí yo tendría que aceptarlo y no la molestaría mas. Después del daño que le hice sería lo más normal, así que supongo que mi subconsciente empezó a asimilarlo. También pensé en Bianca. Y decidí llamarla, y así lo hice. Sorprendentemente me cogió el teléfono.
-         - ¿Sí?
-          -Hola, ¿cómo estás?
-          -No lo sé, la verdad. ¿Qué quieres?
-          -Hablar contigo, ¿podemos vernos en algún lugar?
-          -Supongo… En media hora en el parque.
-          -Allí estaré.
Fui allí con mucha prisa. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Y la ví llegar.
-          -Hola – me dijo.
-          -Hey..  ¿qué tal?
-          -Bueno.. ahí voy. ¿Y tú?
-          -Pues mal…
-          -¿Cómo se lo ha tomado tu novia? ¿O no se lo has dicho?
-          -Sí, se lo he dicho. Está bastante afectada.
-          -Ya, normal… ¿Y tú has pensado algo?
-          -No.. la verdad es que no. Aún sigo intentando hacerme a la idea de todo. Pero tengo claro que pase lo que pase, tengo que aceptarlo.
-          -Ya… ¿y si ella te deja?
-          -Pues.. debo seguir adelante. Está claro que no me gustará, pero…
-          -¿Y yo?
-          -¿Tú, qué?
-          -¿Y si yo quiero seguir contigo?
Eso me descolocó. Me lo soltó así, sin más, y yo me quedé quieta.
-          -Pues…
-          -Yo he pensado bastante, y he llegado a la conclusión de que creo que te va a perdonar.
-          -¿Por qué?
-          -Yo lo haría.
-          -Ahh… ¿entonces..?
-          -No quiero que pase eso. Así que quiero decirte que si te vas con ella no volverás a saber de mí.
-          -¿Qué? ¿Me estás haciendo elegir entre ella y tú?
-          -Sí, también puedes tomártelo así. Ella o yo.
-          -Pero… eso no es justo.
-          -Bueno, lo que tú has hecho tampoco lo es.
-          -Ya, pero…
-          -Si me eliges a mí, no podrás volver a hablar con ella nunca más.
-          -Eso es muy cruel.
-          -No. Ponte en mi lugar. Te quiero, ¿sabes? Y si tú quieres estar conmigo es lógico que no me haga gracia que te juntes con ella.
-          -Ya, lo entiendo, pero…
-          -¿Pero qué? ¿Qué piensas hacer, quedarte con la que te perdone?
-          -No, claro que no.
-          -Pues eso es lo que parece.
-          -Mi prioridad no es que me perdonéis, si no arreglar todo esto. No quiero que nadie sufra por mi culpa.
-          -Ya, pero para eso es demasiado tarde. Así que ya lo sabes, o ella o yo.
-          -¿Estás segura de eso?
-          -Sí. Muy segura.
-          -Bueno… pues no sé qué decirte…
-          -No espero que me respondas ahora. Sólo quiero que lo pienses muy bien todo. Que pienses en todo lo que te he dado yo, en lo que te he dicho y lo que he hecho por ti, que no es poco.
-          -Lo sé.
-          -Bueno… pues ya nos veremos. Te llamaré para ver si has pensado algo.
-          -Está bien.
Me quedé sola en el banco del parque. Mirando al suelo. No podía creérmelo. Me estaba haciendo elegir entre Ariadna y ella. Y realmente es que poniéndolo en una balanza, estaban igualadas. Las dos han hecho cosas increíbles por mí, y era muy difícil elegir… por no decir que era imposible.
Me fui a casa. Y empezó a llover. Miré hacia arriba, y el tono del cielo iba a juego con mi interior. Todo estaba apagado dentro de mí. Sentía que podía perder a Ariadna,  y también a Bianca. Eran muy diferentes, pero lo cierto es que para mí eran iguales. Me veía como en un cruce de caminos, y yo en el centro mirando hacia cuál caminar. Sabía que el final de ambos caminos era la felicidad, acompañada del permanente pensamiento de: ‘’Qué hubiera pasado si…’’
Sabía que era un antes y un después, que esta decisión cambiaría el rumbo de mi vida para siempre. Pero seguía sin saber qué hacer. Llegué a casa, y me fui a la cama sin cenar.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Capítulo 4 - Al borde del precipicio.


Fue el abrazo más intenso de mi vida. Noté sus ganas de verme, su ilusión de volver a empezar conmigo con sólo mirarme. Vi en sus ojos un brillo distinto, y vi en su rostro a la Ariadna de siempre. A la de los recreos del instituto, la de todos los días. Dejamos de abrazarnos, y nos despedimos de Valentín. Antes de irse, él me guiñó un ojo; me lo tomé como una señal para darme ánimos. Los necesitaba y mucho.
Entramos y nos fuimos a mi cuarto, donde ella dejó el montón de maletas que llevaba. Abrió una, y me dijo: ‘’ Es todo para ti. ‘’
Había de todo. Mantas, ropa, tazas, cuadros, zapatillas… 
-          -Wow, cuántas cosas. ¿Son para mí?
-          -Las he ido comprando poco a poco. Es para decorar nuestro piso.
-          -¿Nuestro piso?
-          -Sí, he comprado un piso en el centro. Me dan las llaves el lunes.
Me quedé boquiabierta. Sabía esa información pero no podía dejar de sorprenderme. Era cierto, estaba aquí, conmigo de nuevo, y había un piso sólo para nosotras, para construir nuestra nueva vida juntas.
-          -Vaya… no tengo palabras.
-          -¿Estás ilusionada? Te noto un poco rara.
-          -No.. no es nada.
-          -¿Seguro? Ha pasado algún tiempo pero sigo sabiéndome de memoria todas tus miradas. Va, dime, ¿pasa algo?
-          -No es nada, Ari.
-          -¿Te estás agobiando? Es lógico, de repent…
-          -Que no, no es nada de eso.
-          -¿Entonces?
-          -No creo que sea el momento.
-          -¿El momento para qué? ¿Qué pasa?
-          -Yo… debo decirte algo.
-          -¿Qué es?
-          -Pues… a ver… desde que te fuiste me sentía muy sola… y entonces empecé a salir a concocer gente nueva… y conocí a Bianca.
-        -  ¿Bianca?
-         - Sí… al principio no pasó nada, pero después…
-          -Celeste… no…
-          -Entiendeme, creía que no ibas a venir de verdad, creía que eran ilusiones.
-          -¿Cómo que sólo eran ilusiones? Celeste, por dios, te estuve llamando cada día, cada noche, para decirte todo lo que estaba planeando hacer, y tú ni siquiera me cogías el teléfono.
-          -Lo sé, pero me sentía muy mal y por eso no lo cogía… Lo siento.
-          -¿Que lo sientes? Pfff… No me lo puedo creer Celeste. En serio, con todo lo que yo he dado para estar ahora aquí, y tú te vas con otra chica.
-          -Ariadna, ponte en mi lugar, por favor.
-          -No sé si sabes que yo he estado en el mismo lugar que tú.
Me quedé sin palabras. En ese momento me sentía fatal, como una rata. Sentí que se iba ese destello de sus ojos, y ahora sólo había lágrimas.
-        -  Ya no sé qué es lo que hago aquí. – me dijo entre lágrimas. – Me voy de aquí.
-         - No te vayas… quiero explicártelo.
-          -¿Explicarme el qué?
-          -Ari… esa chica me ha hecho feliz el tiempo que tú no estabas. Me ha hecho volver a sentir cosas… pero nunca dejé de pensar en ti. Me sentía muy mal y no he sido capaz de decírtelo… Por favor no te vayas.
-          -Me has decepcionado muchísimo. Me lo esperaba de cualquier persona menos de ti.
-          -¿Te vas para siempre?
-          -No me voy, me has echado tú.
Cogió sus maletas y noté cómo cerró la puerta. La vi por la ventana, llamó a Valentín y luego dobló la esquina. No quería que pasara nada de esto, quería volver atrás y cambiar todo lo que había hecho, pero estaba claro que era imposible. Había perdido a las únicas dos chicas que me habían querido de verdad. Pero me dolía más haber decepcionado a Ariadna. Fui estúpida al pensar que su promesa era una mentira o una ilusión… No quería perderla por nada del mundo.
Ya por la noche, llamé a Valentín.
-          -Hola…
-          -Hey, Celeste.
-          -¿Cómo está Ari?
-          -Está bastante mal, Celeste. No ha querido comer nada, y no quiere salir de la habitación.
-          -Joder... ¿puedo ir a verla?
-          -No creo que sea una buena idea, la verdad.
-          -Pero quiero arreglar esto, Valen. Necesito hablar con ella.
-          -Ya… pero no sé, no quiero que se ponga peor de lo que está.
-          -Voy a ir, ¿vale?
-          -Bueno, como quieras, pero si no quiere hablar contigo te vas, ¿vale?
-          -Sí. Ahora voy.
Cogí una chaqueta y me fui corriendo. Llegué en escasos veinte minutos, llamé  a la puerta y me abrió Valentín.
-          -Está arriba. Por favor, se comprensiva. Está pasándolo mal.
-          -Sí, lo sé.
Subí despacio. Abrí la puerta y entré. Estaba tumbada en la cama de lado, mirando hacia la ventana.
-          -Hola
-          -¿Qué haces aquí?
-          -Quiero hablar contigo.
-          -Pues yo no.
-          -Oye.. Ari.. por favor, escúchame.
-          -¿Qué es lo que quieres ahora?
-          -Perdóname.
-          -Como si fuera tan fácil… - se sentó en el filo de la cama - ¿cómo has podido hacerme esto?
-          -Ariadna, por favor… Te fuiste muy lejos y yo me sentía sola. Sé que lo he hecho muy mal, pero sabes que yo te quiero. Sabes que has sido mi primer amor, y sabes todo lo que he hecho por ti siempre. Sé que lo he hecho super mal ahora, pero necesito que me perdones, porque las cosas van a cambiar.
-          -No te creo nada…
-          -¿Por qué no?
-          -Porque yo jamás pude pensar en llamar a una chica ni quedar con ella para que no fueran deberes. No sé cómo has podido dejarme a un lado así de esta forma.
-          -Fui una inmadura, no sabía lo que tenía y no quiero perderlo. Sé que es injusto, sé que me merezco lo peor por hacerte esto, pero joder… ahora que siento que te pierdo sé que he sido una estúpida y no quiero…
-          -Necesito pensar, Celeste. No sé lo que tengo que hacer.
-          -Vale, yo ya me voy. Sólo quería hablar contigo para explicarte un poco mejor las cosas. Pero quiero que tengas presente que soy consciente de que me he equivocado, y de que no quiero perderte por nada del mundo, ¿vale?
-          -Sí… aunque no sé si debo creerlo.
-          -Tienes mi teléfono. Llámame para lo que sea, ¿Vale? Por favor.
-          -Sí, lo haré.
-          -Te quiero. – le besé la frente. – Y prométeme que vas a a comer, por favor, y que vas a salir de esta habitación, necesito que estés bien.
-          -Lo intentaré, ¿Vale?
-          -Sí. Chao.
-          -Adiós.