viernes, 30 de noviembre de 2012

Capítulo 6 - Aquí manda el corazón.


Pasaron unos días, y yo no salí de casa. No podía parar de pensar en lo que me dijo Bianca, no sabía que hacer. Pero a pesar de eso, llamaba a Ariadna varias veces cada día, y cada vez había más buen rollo entre las dos. No quería que lo pasara mal, así que yo me encargaría de que se despejara. Un día fui a verla. Le compré un lirio; era su flor favorita.  Llegué y nada más verla se lo di. Su cara de sorpresa me hizo ver en ella a una Ariadna diferente, tenía ojeras, el pelo recogido y el rímel corrido, pero a pesar de eso, la veía preciosa.  Su expresión me transmitía una sensación extraña pero agradable, era como un rayo de sol en medio de una tormenta. Desayunamos juntas. La llevé a la cafetería donde siempre desayunábamos antes de ir a clase.
-         - Me gusta este sitio – me dijo.
-          -A mí también, me recuerda a cuando entrábamos aquí  por las mañanas heladas de frío.
-          -¡Sí! Eran geniales esos días.
-          -Pues la verdad es que sí..
Nos quedamos mirando. No tuvimos que mediar palabra, sabía perfectamente lo que me quería decir: te quiero.
Y me plantó un beso.  Así, sin más. Me quedé parada unos segundos, pero al fin pude reaccionar. Me dijo que quería que todo fuese como antes, pero que después de todo nada lo sería. Lo peor es que tenía razón, hiciera lo que hiciese, no podía borrar lo que había hecho, pero le dije que a pesar de todo yo haría lo que pudiese para que fuese igual que antes.
Ese día lo pasamos bastante bien, por la tarde fuimos al cine, y después la dejé en casa de Valentín.
Volviendo a casa, me crucé con Bianca, pero ella no me vio. Estaba con algunas amigas suyas; la veía  reírse y eso me hacía sentir bien; al menos no estaba mal.  Y de repente todo volvió a mi mente. Era una difícil elección. No podía elegir entre Bianca o Ariadna, ya que ambas me hacían sentir amor. En medio del camino yo me encontraba sola y a oscuras, sin saber bien qué hacer. Llegué a casa y decidí llamar a Valentín:
-          -Hola, Valen.
-          -Hey, Celeste, ¿qué tal?
-          -Bueno, bien. ¿y tú?
-          -Bien. ¿qué ocurre?
-          -Es Bianca… el otro día me dijo que tenía que elegir entre ella o Ariadna.
-          -¿En serio?
-          -Sí…
-          -Qué fuerte. ¿Y qué vas a hacer?
-          -Llevo muchos días pensando, y todavía no tengo ninguna idea clara. ¿Qué crees que debo hacer?
-          -No lo sé… es una situación bastante complicada, la verdad.
-          -Sí, lo sé…
-          -Lo que todo el mundo diría es que pusieras una balanza, y que pusieras en cada una las cosas que han hecho por ti y lo que has vivido con ellas, pero yo pienso que es una auténtica bobada. El corazón manda, Celeste, así que haz lo que él te diga.
-          -Entiendo…
-          -Pero no te presiones, ni intentes quedar bien con nadie.
-          -Lo sé, haré lo que me has dicho.
-          -Bien.
-          -Oye, ¿cómo está Ari?
-          -Pues la noto mucho mejor estos días… está más animada, y no sé… me ha dicho cosas…
-          -¿Qué cosas?
-          -Le hace mucha ilusión que la llames cada noche, y hoy se ha puesto loca cuando le has traido la flor…
-          -¿Crees que piensa que soy una idiota?
-          -Sí, creo que sí. Pero también creo que te quiere por encima de todas esas cosas.
-          -¿Sí, tu crees?
-          -Yo creo que sí… Oye, ¿y Bianca que te ha dicho?
-          -Pues que me quiere, y que no quiere perderme… Pienso que es injusto que me haga elegir entre ellas dos, pero la entiendo…
-          -Bueno, debo irme. Llámame si necesitas algo.
-          -De acuerdo, gracias.
-          -Chao.
Me sentía mucho mejor al hablar con Valentín. Estaba más tranquila, pero seguía pensando en todo… ¿Bianca o Ariadna? Era imposible.
Intentaba saber lo que mi corazón me decía, pero no me decía nada. Realmente estaba en medio de las dos, a igual distancia, a un paso de cada una. Pero si daba un paso hacia una de ellas, la otra se quedaba a dos pasos: a una eternidad.

viernes, 23 de noviembre de 2012

Capítulo 5 - Cruce de caminos.


Al día siguiente llamé a Valentín. Me dijo que Ari estaba más animada, y que había cenado y desayunado bien. Eso me alegró. Sin embargo yo no dormí en toda la noche… tras mucho pensar, supe que si Ariadna no quería saber nada de mí yo tendría que aceptarlo y no la molestaría mas. Después del daño que le hice sería lo más normal, así que supongo que mi subconsciente empezó a asimilarlo. También pensé en Bianca. Y decidí llamarla, y así lo hice. Sorprendentemente me cogió el teléfono.
-         - ¿Sí?
-          -Hola, ¿cómo estás?
-          -No lo sé, la verdad. ¿Qué quieres?
-          -Hablar contigo, ¿podemos vernos en algún lugar?
-          -Supongo… En media hora en el parque.
-          -Allí estaré.
Fui allí con mucha prisa. Estaba nerviosa, muy nerviosa. Y la ví llegar.
-          -Hola – me dijo.
-          -Hey..  ¿qué tal?
-          -Bueno.. ahí voy. ¿Y tú?
-          -Pues mal…
-          -¿Cómo se lo ha tomado tu novia? ¿O no se lo has dicho?
-          -Sí, se lo he dicho. Está bastante afectada.
-          -Ya, normal… ¿Y tú has pensado algo?
-          -No.. la verdad es que no. Aún sigo intentando hacerme a la idea de todo. Pero tengo claro que pase lo que pase, tengo que aceptarlo.
-          -Ya… ¿y si ella te deja?
-          -Pues.. debo seguir adelante. Está claro que no me gustará, pero…
-          -¿Y yo?
-          -¿Tú, qué?
-          -¿Y si yo quiero seguir contigo?
Eso me descolocó. Me lo soltó así, sin más, y yo me quedé quieta.
-          -Pues…
-          -Yo he pensado bastante, y he llegado a la conclusión de que creo que te va a perdonar.
-          -¿Por qué?
-          -Yo lo haría.
-          -Ahh… ¿entonces..?
-          -No quiero que pase eso. Así que quiero decirte que si te vas con ella no volverás a saber de mí.
-          -¿Qué? ¿Me estás haciendo elegir entre ella y tú?
-          -Sí, también puedes tomártelo así. Ella o yo.
-          -Pero… eso no es justo.
-          -Bueno, lo que tú has hecho tampoco lo es.
-          -Ya, pero…
-          -Si me eliges a mí, no podrás volver a hablar con ella nunca más.
-          -Eso es muy cruel.
-          -No. Ponte en mi lugar. Te quiero, ¿sabes? Y si tú quieres estar conmigo es lógico que no me haga gracia que te juntes con ella.
-          -Ya, lo entiendo, pero…
-          -¿Pero qué? ¿Qué piensas hacer, quedarte con la que te perdone?
-          -No, claro que no.
-          -Pues eso es lo que parece.
-          -Mi prioridad no es que me perdonéis, si no arreglar todo esto. No quiero que nadie sufra por mi culpa.
-          -Ya, pero para eso es demasiado tarde. Así que ya lo sabes, o ella o yo.
-          -¿Estás segura de eso?
-          -Sí. Muy segura.
-          -Bueno… pues no sé qué decirte…
-          -No espero que me respondas ahora. Sólo quiero que lo pienses muy bien todo. Que pienses en todo lo que te he dado yo, en lo que te he dicho y lo que he hecho por ti, que no es poco.
-          -Lo sé.
-          -Bueno… pues ya nos veremos. Te llamaré para ver si has pensado algo.
-          -Está bien.
Me quedé sola en el banco del parque. Mirando al suelo. No podía creérmelo. Me estaba haciendo elegir entre Ariadna y ella. Y realmente es que poniéndolo en una balanza, estaban igualadas. Las dos han hecho cosas increíbles por mí, y era muy difícil elegir… por no decir que era imposible.
Me fui a casa. Y empezó a llover. Miré hacia arriba, y el tono del cielo iba a juego con mi interior. Todo estaba apagado dentro de mí. Sentía que podía perder a Ariadna,  y también a Bianca. Eran muy diferentes, pero lo cierto es que para mí eran iguales. Me veía como en un cruce de caminos, y yo en el centro mirando hacia cuál caminar. Sabía que el final de ambos caminos era la felicidad, acompañada del permanente pensamiento de: ‘’Qué hubiera pasado si…’’
Sabía que era un antes y un después, que esta decisión cambiaría el rumbo de mi vida para siempre. Pero seguía sin saber qué hacer. Llegué a casa, y me fui a la cama sin cenar.

viernes, 16 de noviembre de 2012

Capítulo 4 - Al borde del precipicio.


Fue el abrazo más intenso de mi vida. Noté sus ganas de verme, su ilusión de volver a empezar conmigo con sólo mirarme. Vi en sus ojos un brillo distinto, y vi en su rostro a la Ariadna de siempre. A la de los recreos del instituto, la de todos los días. Dejamos de abrazarnos, y nos despedimos de Valentín. Antes de irse, él me guiñó un ojo; me lo tomé como una señal para darme ánimos. Los necesitaba y mucho.
Entramos y nos fuimos a mi cuarto, donde ella dejó el montón de maletas que llevaba. Abrió una, y me dijo: ‘’ Es todo para ti. ‘’
Había de todo. Mantas, ropa, tazas, cuadros, zapatillas… 
-          -Wow, cuántas cosas. ¿Son para mí?
-          -Las he ido comprando poco a poco. Es para decorar nuestro piso.
-          -¿Nuestro piso?
-          -Sí, he comprado un piso en el centro. Me dan las llaves el lunes.
Me quedé boquiabierta. Sabía esa información pero no podía dejar de sorprenderme. Era cierto, estaba aquí, conmigo de nuevo, y había un piso sólo para nosotras, para construir nuestra nueva vida juntas.
-          -Vaya… no tengo palabras.
-          -¿Estás ilusionada? Te noto un poco rara.
-          -No.. no es nada.
-          -¿Seguro? Ha pasado algún tiempo pero sigo sabiéndome de memoria todas tus miradas. Va, dime, ¿pasa algo?
-          -No es nada, Ari.
-          -¿Te estás agobiando? Es lógico, de repent…
-          -Que no, no es nada de eso.
-          -¿Entonces?
-          -No creo que sea el momento.
-          -¿El momento para qué? ¿Qué pasa?
-          -Yo… debo decirte algo.
-          -¿Qué es?
-          -Pues… a ver… desde que te fuiste me sentía muy sola… y entonces empecé a salir a concocer gente nueva… y conocí a Bianca.
-        -  ¿Bianca?
-         - Sí… al principio no pasó nada, pero después…
-          -Celeste… no…
-          -Entiendeme, creía que no ibas a venir de verdad, creía que eran ilusiones.
-          -¿Cómo que sólo eran ilusiones? Celeste, por dios, te estuve llamando cada día, cada noche, para decirte todo lo que estaba planeando hacer, y tú ni siquiera me cogías el teléfono.
-          -Lo sé, pero me sentía muy mal y por eso no lo cogía… Lo siento.
-          -¿Que lo sientes? Pfff… No me lo puedo creer Celeste. En serio, con todo lo que yo he dado para estar ahora aquí, y tú te vas con otra chica.
-          -Ariadna, ponte en mi lugar, por favor.
-          -No sé si sabes que yo he estado en el mismo lugar que tú.
Me quedé sin palabras. En ese momento me sentía fatal, como una rata. Sentí que se iba ese destello de sus ojos, y ahora sólo había lágrimas.
-        -  Ya no sé qué es lo que hago aquí. – me dijo entre lágrimas. – Me voy de aquí.
-         - No te vayas… quiero explicártelo.
-          -¿Explicarme el qué?
-          -Ari… esa chica me ha hecho feliz el tiempo que tú no estabas. Me ha hecho volver a sentir cosas… pero nunca dejé de pensar en ti. Me sentía muy mal y no he sido capaz de decírtelo… Por favor no te vayas.
-          -Me has decepcionado muchísimo. Me lo esperaba de cualquier persona menos de ti.
-          -¿Te vas para siempre?
-          -No me voy, me has echado tú.
Cogió sus maletas y noté cómo cerró la puerta. La vi por la ventana, llamó a Valentín y luego dobló la esquina. No quería que pasara nada de esto, quería volver atrás y cambiar todo lo que había hecho, pero estaba claro que era imposible. Había perdido a las únicas dos chicas que me habían querido de verdad. Pero me dolía más haber decepcionado a Ariadna. Fui estúpida al pensar que su promesa era una mentira o una ilusión… No quería perderla por nada del mundo.
Ya por la noche, llamé a Valentín.
-          -Hola…
-          -Hey, Celeste.
-          -¿Cómo está Ari?
-          -Está bastante mal, Celeste. No ha querido comer nada, y no quiere salir de la habitación.
-          -Joder... ¿puedo ir a verla?
-          -No creo que sea una buena idea, la verdad.
-          -Pero quiero arreglar esto, Valen. Necesito hablar con ella.
-          -Ya… pero no sé, no quiero que se ponga peor de lo que está.
-          -Voy a ir, ¿vale?
-          -Bueno, como quieras, pero si no quiere hablar contigo te vas, ¿vale?
-          -Sí. Ahora voy.
Cogí una chaqueta y me fui corriendo. Llegué en escasos veinte minutos, llamé  a la puerta y me abrió Valentín.
-          -Está arriba. Por favor, se comprensiva. Está pasándolo mal.
-          -Sí, lo sé.
Subí despacio. Abrí la puerta y entré. Estaba tumbada en la cama de lado, mirando hacia la ventana.
-          -Hola
-          -¿Qué haces aquí?
-          -Quiero hablar contigo.
-          -Pues yo no.
-          -Oye.. Ari.. por favor, escúchame.
-          -¿Qué es lo que quieres ahora?
-          -Perdóname.
-          -Como si fuera tan fácil… - se sentó en el filo de la cama - ¿cómo has podido hacerme esto?
-          -Ariadna, por favor… Te fuiste muy lejos y yo me sentía sola. Sé que lo he hecho muy mal, pero sabes que yo te quiero. Sabes que has sido mi primer amor, y sabes todo lo que he hecho por ti siempre. Sé que lo he hecho super mal ahora, pero necesito que me perdones, porque las cosas van a cambiar.
-          -No te creo nada…
-          -¿Por qué no?
-          -Porque yo jamás pude pensar en llamar a una chica ni quedar con ella para que no fueran deberes. No sé cómo has podido dejarme a un lado así de esta forma.
-          -Fui una inmadura, no sabía lo que tenía y no quiero perderlo. Sé que es injusto, sé que me merezco lo peor por hacerte esto, pero joder… ahora que siento que te pierdo sé que he sido una estúpida y no quiero…
-          -Necesito pensar, Celeste. No sé lo que tengo que hacer.
-          -Vale, yo ya me voy. Sólo quería hablar contigo para explicarte un poco mejor las cosas. Pero quiero que tengas presente que soy consciente de que me he equivocado, y de que no quiero perderte por nada del mundo, ¿vale?
-          -Sí… aunque no sé si debo creerlo.
-          -Tienes mi teléfono. Llámame para lo que sea, ¿Vale? Por favor.
-          -Sí, lo haré.
-          -Te quiero. – le besé la frente. – Y prométeme que vas a a comer, por favor, y que vas a salir de esta habitación, necesito que estés bien.
-          -Lo intentaré, ¿Vale?
-          -Sí. Chao.
-          -Adiós.

viernes, 9 de noviembre de 2012

Capítulo 3 - Confusión.


Esa misma tarde llamé a Bianca y le dije que viniera a casa. Estaba más nerviosa que nunca ya que no sabía qué le iba a decir, ni cómo le iba a explicar que Ariadna era mi novia y que venía en dos días para quedarse, para vivir conmigo. Algo me impedía pensar. Me agobiaba mucho, pero de repente sonó el timbre: era ella.
Con las manos temblorosas le abrí la puerta, y nos fuimos al salón:
-          -¿Qué te pasa? Estás palida – me dijo.
-          -Tengo que decirte algo…
-          -¿Qué ocurre?
-          -A ver, Bianca, hace un año y medio empecé a salir con una chica, todo iba perfecto pero ella se tuvo que ir a Estados Unidos con sus padres, y prometimos esperarnos hasta cumplir la mayoría de edad para que ella pudiera regresar y vivir juntas aquí. Ella cumplió los dieciocho hace dos meses, y ha ahorrado hasta encontrar un piso aquí, y viene pasado mañana.
La cara de Bianca no tenía expresión, se quedó mirándome fijamente sin decir nada, con los ojos como platos.
-          -Yo no sabía que ella vendría de verdad, pensé que se había acabado para siempre. Por eso empecé a salir y te conocí a ti.
-          -¿Entonces… soy un segundo plato?
-          -No quiero que pienses así. Tú mejor que nadie sabes que lo que te he dicho siempre ha sido verdad.
-          -Entonces.. la que llamaba siempre que quedábamos  era ella, ¿no?
-          -Sí…
-          -Pero Celeste… te llamaba cada día.
-          -Lo sé, lo sé…
-          -¿Y ella sabe que existo?
-          -No…
-          -O sea, me has mentido a mí y a ella. Has jugado con las dos.
-        -¡No!
-         - ¿Cómo que no? Estabas conmigo mientras ella estaba loca por volver aquí, contigo.
-          -Pero… yo pensé que era una tonta ilusión… entiendeme… Ella se fue y yo me quedé sin nada, y tendría que esperar casi un año hasta que ella volviese. No quería estar sola y de repente apareciste tú y me encantaste,  y no quise estropear lo nuestro.
-          -Pero tampoco querías que ella no viniera.
-          -Pero es diferente, no quería hacerle daño.
-          -¿Y qué vas a hacer ahora? Por que no creo que le haga mucha gracia que le haya costado tanto venir  y que estés conmigo.
-          -No lo sé, Bianca. Supongo que creía que este día nunca llegaría.
-          -Nunca ibas a decir la verdad, ¿no?
-          -Claro que sí, per…
-          -¿Pero qué? Has tenido que esperar a que ella venga para contármelo. ¿Y si ella nunca hubiese venido? Yo jamás hubiese sabido nada.
-          -Bianca, ponte en mi lugar. Creí que ella era el amor de mi vida, pero de repente llegas tú y me haces enamorarme de nuevo. No quería perder a ninguna de las dos, por eso no os he dicho nada.
-          -Ya… pero ya no sé qué creerme…
-          -Supongo que me lo tengo merecido.
-          -Sí, yo también lo supongo.  – Me dijo mirándome fijamente a los ojos – Me voy.
-          -No quiero que te vayas…
-          -¿Y qué hago? ¿Me quedó aquí hasta que llegue tu novia?
-          -Quiero que vengas conmigo cuando ella llegue, y contárselo.
-          -¿Conmigo delante?
-          -Sí, no quiero estar sola.
-          -Lo siento Celeste, pero yo no tengo nada que ver ahí. Si no quieres estar sola, no haber hecho todo esto.
Se levantó y se fue. Me quedé sola en el sofá, y de repente cayó una lágrima. En ese momento sentí que el mundo se caía, me sentía vacía y tenía miedo, mucho miedo. Odiaba la sensación de haber decepcionado a alguien, y menos a Bianca. No se merecía esto, nada de esto. De repente pensé en  Ariadna. En dos días me tendría que enfrentar a todo esto de nuevo, pero sería más duro aún.
Se hizo de noche. Ariadna no me llamó esta vez, lo cual me hizo ennerviar. Intenté contactar con Bianca pero no me cogió el teléfono. Y cada vez estaba más nerviosa. No quería que ese día llegase, no quería tener que decírselo a Ariadna, no quería no volver a ver Bianca… Todos los sentimientos que había sentido ahora se ponían en mi contra, me costaba respirar y cada vez el aire era más denso. Sentía que me ahogaba en mis pensamientos, y entre lágrimas me quedé dormida.
Desperté pasado el mediodía, y aunque no quería salir de la cama, mi madre me mandó bajar a comer. No tenía hambre, no tenía fuerzas, no tenía nada… Después de comer, llamé a Valentín:
-          -Hola, Valentín, soy Celeste.
-          -Hey, hola. ¿Qué tal?
-          -Bueno… ayer hablé con Bianca y se lo conté.
-          -¿Sí?
-          -Sí, se enfadó y no quiere hablar conmigo…
-          -Es bastante comprensible, ¿no crees?
-          -Sí…
-          -Ariadna coge el avión mañana temprano, y para mediodía ya estará aquí. ¿Tienes pensado decirle algo?
-          -No lo sé… no sé si contárselo todo mañana o cuando lleve unos días aquí. No sé nada Valen… ayúdame.
-          -Yo no puedo hacer nada en esto, Celeste. Sabes que haría lo que pudiera pero… Pero te aconsejaría que se lo dijeras lo antes posible, porque todo el mundo sabe que estás con esa chica, y es mejor que se entere por ti.
-          -Lo sé… pero es tan difícil…
-          -Mucho ánimo, ¿vale? Si necesitas algo, llámame.
-          -Lo haré, gracias.
-          -Chao.
-          -Adiós.
En menos de veinticuatro horas ella estaba aquí. Decidí tumbarme en la cama, y me quedé dormida toda la tarde. Me levanté y ya era de noche, y decidí ir a casa de Bianca.
No estaba. Bianca se había ido hace dos horas según su padre. Me apetecía hablar con ella, saber como estaba…  pero fue imposible. Así que volví a casa y encendí el ordenador.
Y así estuve toda la noche. No podía dormir, así que estuve toda la noche dando vueltas en la cama, pensando en todo sin sacar nada en claro.
Me desperté. Eran las doce. No podía creérmelo. Me había quedado dormida y ahora eran las doce. Llamé a Valentín pero no me cogió el teléfono, así que supuse que estaría ya con Ariadna. No quería pensarlo, no quería pensar que ya estaba aquí… Y sonó el timbre.
Sí, era Ariadna. Era ella.
 Le había crecido el pelo, ya no era azul; era castaño oscuro. La ví más alta. Venía con una sonrisa de oreja a oreja, con unos ojos que desprendían felicidad. Abrí la puerta, y me abrazó tan fuerte que casi me deja sin respiración.

viernes, 2 de noviembre de 2012

Capítulo 2 - De vuelta.


Al día siguiente acababa de despertarme,  cuando recibí un mensaje de Bianca que decía: ‘’ Buenos días, princesa, espero que hayas dormido bien.’’
Al poco rato me llamó, y me sugirió quedar un rato por el centro. Acepté. Yo no sabía muy bien qué era lo que debía hacer; estaba claro que no estaba haciendo nada malo, pero aún así mentí a Ariadna. Quizá en el fondo sabía que Bianca no era una chica más.
Ya por la tarde, nos vimos en el parque. Ella ya estaba allí cuando yo llegué. Iba con unos vaqueros bastante anchos y rotos, y una sudadera verde. La noté muy nerviosa al principio.
-         - Hey, hola.
-          -Hola, Celeste. ¿Qué tal?
-          -Bien, ¿y tú? ¿Llevas mucho rato aquí?
-          -No, acabo de llegar. ¿Quieres tomar un helado?
-          -Sí, claro.
Me llevó a la mejor heladería de la zona. Luego se relajó, y estuvimos hablando un buen rato.
-          -Bueno, ¿qué estás estudiando? – Le pregunté.
-          -Estudio diseño.
-          -Ahh, bien.
-          -¿Y tú?
-          -Estoy sacándome el bachiller…
-         - Eso está muy bien.  ¿Qué vas a estudiar cuando acabes?
-          -Pues me gustaría hacer la carrera de filología inglesa, me gusta bastante.
-          -Vaya, con lo mal que se me da a mí el inglés Jajaja
-          -Puedo ayudarte siempre que lo necesites, ¿vale? – Le dije sonriendo.

En ese momento nuestras miradas se clavaron la una en la otra. Un escalofrío recorrió mi cuerpo, dejándome inmóvil y sin aliento. En ese preciso momento sentí que las cosas iban a cambiar.
Y cambiaron. A partir de ese día Bianca me llamaba cada noche, y hablábamos horas y horas sin parar. Quedábamos cada viernes, y siempre me llevaba a la misma heladería. Recuerdo que una vez apareció en la puerta de mi casa, con un cartel enorme en el que ponía: ‘’Ya te vale, llevo media hora esperándote aquí abajo.’’
Me escribió una poesía, y pegó miles de papeles con ella escrita en un muro enorme. Ella me hizo volver a sentir eso que llaman amor, eso que sólo había sentido una vez antes que esa. Sabía que ella era especial.
Pasaron cuatro meses. Bianca se había convertido en una parte indispensable para mí. Me había hecho volver a sentirme viva, y a ser feliz de nuevo. Pero nunca pude dejar atrás a Ariadna. Me llamaba cada día, y casi nunca le cogía el teléfono. Creo que en el fondo tenía miedo de enfrentarme a ella, de decirle toda la verdad. No quería perderla a ella, pero tampoco echar a perder lo que estaba teniendo con Bianca. Era una mezcla de sentimientos que a veces me confundía, me deprimía… Y, aunque en el fondo sabía que tarde o temprano la verdad saldría a la luz, quise dejarlo estar hasta que fuese el momento. Sabia que no era lo correcto, pero sabía también que no quería perder a ninguna de las dos.

Un día recibí una llamada:
-          -Hola, ¿Celeste?
-          -¿Quién es?
-          -Soy Valentín.
-          -¿Va… Valentín? – dije boquiabierta. - ¡Cuánto tiempo!
-          -Sí, mucho tiempo… ¿qué tal estás?
-          -Estoy bien, ¿y tú?
-          -Bastante bien. Oye, te he llamado porque quería hablar contigo de algo bastante importante, es sobre Ariadna.
Al escuchar su nombre, se revolvió mi estómago.
-          -¿Qué pasa?
-          -Ariadna viene dentro de dos días.
-          -¿¡ Qué ¡?
-          -Pues eso…
-          -¿Y por qué no me lo ha dicho?
-          -Em.. Lleva intentando decírtelo muchísimo tiempo. Pero siempre le ponías escusas o le mentías.
-          -¿Por qué dices eso?
-          -Sé que ahora estás saliendo con una chica. Y bueno, no es nada malo, pero no tienes por qué mentirle. Ari ha estado trabajando con un contrato basura, en condiciones casi extremas, para ahorrar y venir aquí a vivir contigo, como te prometió. Hace un mes que empezó a preparar los papeles para comprar un piso en el centro, y viene dentro de dos días.
-          -No puedo creérmelo… pero, ¿por qué tan pronto?
-          -Es una sorpresa. Te ha estado llamando para decirte que había ahorrado mucho y podría volver pronto. Hoy me ha llamado y me ha dicho que viene pasado mañana y quiere que vaya a recogerla para llevarla a tu casa.
-          -¿Y qué se supone que tengo que hacer?
-          -No lo sé, Celeste. Te he avisado porque no quiero que llame al timbre y esté la otra chica en tu casa.
-          -Ya…
-          -Por cierto, ¿desde cuándo sales con esa chica?
-          -Desde hace un tiempo.. la conocí en una discoteca y bueno, me ha hecho sentir cosas.
-          -Pero… ¿Y Ariadna? ¿Ya no es nada?
-          -Claro que sí, Valen. Suena un poco mal que diga esto, pero yo quiero a Ariadna. Lo que pasa es que ha estado -mucho tiempo fuera, y yo me sentía muy sola… Bianca ha hecho muchas cosas por mí, y me hace muy feliz…
-        -  ¿Qué vas a hacer?
-         - No lo sé, Valen. ¿Qué debo hacer?
-          -Deberías de haber sido sincera con ambas. No creo que Bianca sepa de la existencia de Ariadna, y mucho menos de todo lo que has tenido con ella.
-        -  No… ninguna sabe nada de la otra.
-         - No me lo explico, creía que tú eras más sincera…
-          -Valentín ya te lo he dicho… Es muy confuso todo para mí, y me duele. Cada una me ha hecho muy feliz, y me han demostrado que me quieren… Y si lo pongo en una balanza… están igualadas. No quiero prescindir de ninguna.
-          -Debes decirles la verdad a las dos. Ahora pagarás las consecuencias de no haberlo hecho antes.
-          -Lo sé… y es justo. No sé cómo me las voy a apañar.
-          -Mucho ánimo. Nos veremos pronto.
-          -Sí, chao.

Ahora no sabía qué hacer. Sabía que este día tendría que llegar, y aquí estaba. En dos días, la chica que más cosas ha dado por mí vuelve para quedarse. Y Bianca, la chica que me ha enseñado a volver a amar, tendría que saber toda la verdad. En ese momento quería que la tierra me tragase, desaparecer.