Me despido
¡Hola! Bueno, ante todo espero que os haya gustado mi novela. Después agradeceros el apoyo a todos lo que la habéis seguido desde el principio, porque sin vosotros no hubiera estado motivada como lo he estado.
Yo quería explicaros unas cosas, porque debéis saber que esta novela no la he escrito por aburrimiento, sino para intentar comprender algunas cosas que me han pasado, ya que esta es una historia basada en vivencias mías. No del todo, pero sí muchas cosas las he vivido yo en el papel de Celeste. Quería deciros que siempre he querido romper esquemas, ya que no todas las novelas de amor tienen que ser de hombre y mujer, y que sepáis que el amor entre mujeres también existe, y que es muy real. También he querido marcaros, ya que en cada línea que habéis leído hay un trocito de mí.
Pensaréis el por qué he escrito en el papel de Ariadna en vez de el de Celeste, si yo viví las cosas como Celeste, por así decirlo. Pues bueno, simplemente he querido intentar ponerme en el lugar de esa persona, para intentar comprender cosas.
Deciros también, que hagáis en cada momento lo que el corazón os diga, que no os guiéis nunca por lo que pueda estar o no aceptado, sino por lo que a tí te haga feliz, y sabrás que eso es lo que está bien.
Deciros también, que hagáis en cada momento lo que el corazón os diga, que no os guiéis nunca por lo que pueda estar o no aceptado, sino por lo que a tí te haga feliz, y sabrás que eso es lo que está bien.
Con estas cosas yo os quiero decir que para vosotros será una novela más, pero a mí quizá me ha servido para crecer como persona, para entender cosas que no había entendido, y sobre todo haberos entretenido durante tantas semanas. Espero que os haya gustado mucho, ¡y espero vuestras críticas!
Capítulo 10
Bueno, ya han pasado dos años de todo eso. He de decir que las cosas han cambiado mucho, y que han pasado muchas cosas. Pero como siempre, empecemos desde el principio.
Cuando vine a Estados Unidos, Celeste y yo nos pasábamos horas colgadas al teléfono. Nos contábamos todas las cosas que nos había pasado ese día, de principio a fin y con todos los detalles. Fui a Madrid unas cinco veces en todo ese verano, y cuando empezaron las clases ella y yo empezamos a hablar menos. Ahora hablábamos una vez cada dos días, y ambas notábamos como eso ya no era como antes. Ella me explicaba que me echaba mucho de menos, y que aun teniendo la oportunidad de estar con otras chicas, prefería esperar a que pudiéramos estar juntas. Yo le dije que esta vez si había encajado mejor, que había hecho muchos amigos y amigas pero que nada se acercaba a Madrid. Los echaba muchísimo de menos a ella y a Valentín, con quien hablaba una vez a la semana, con suerte.
De ahí en adelante mi relación con Celeste fue en descenso. Cada vez hablábamos menos y menos tiempo. Pero yo notaba que ella seguía ahí, por su voz y por su forma de hablarme.
Un día, me fui de clase para despejarme. Y me senté en un banco de un parque del centro. Estando leyendo, levanté la vista un segundo. Y la vi. Era Helena, mi primera novia, la del colegio. No podía creerlo. Ella se me quedó mirando, y yo a ella también. Ambas nos acercamos, y estuvimos hablando.
- -No me lo puedo creer. ¿Qué haces aquí? – me preguntó.
- -Pues es una historia muy larga. ¿Y tú?
- -Conseguí una beca, y estoy estudiando Filología inglesa aquí.
- -Ah, que bien.
- -Sí, oye, y ¿cómo te va?
- -Pues muy bien, no puedo quejarme. ¿Qué tal tú?
- -Bien. Bastante bien.
- -¿Y con quién vives?
- -Pues vivo con mi novia…
- -Ah, bien. Me alegro por ti.
- -Sí, bueno… Hace mucho tiempo de eso, pero dejé de hablar contigo por eso. No sabía cómo explicártelo y …
- -No te preocupes, eso ya está olvidado.
- -Bueno, te dejo mi móvil aquí, ¿vale? Me gustaría seguir hablando contigo.
- - Claro, a mí también. Adiós
Ahora nos llevamos bien, nos hemos hecho grandes amigas. Hablamos casi todos los días, y ella me anima a que no deje de llamar a Celeste ni de hablar con ella, porque merece la pena.
Ahora yo estoy cerca de cumplir los dieciocho, y estoy pensando en irme a Madrid de sorpresa, irme para quedarme,para estar con Celeste. Mis padres me han apoyado e incluso dicen que me podrían pagar un piso. Casi todo está decidido, sólo falta esperar.
viernes, 1 de junio de 2012
Capítulo 9 - El principio del fin.
Desde que le presenté a mis padres, ella siempre ha tenido una relación muy especial con ellos. Desde el principio tenían mucha confianza, y siempre hemos pasado buenos momentos juntos.
Un día, yo notaba algo extraña a mi madre, como decaída. Cuando estaba en la cocina desayunando, me acerqué y le dije:
- -Mamá, ¿estás bien?
- -Sí, ¿por qué?
- -No sé, estás rara.
- -No.. no te preocupes.
Le hice caso. Supuse que ese era un día en el que el Sol brilla más en otra parte. Estuve todo el día con Celeste, como siempre,y al llegar a casa, mis padres estaban en el salón.
- -Ariadna, hija, entra, tenemos que hablar.
No me gustó nada la forma de decirme eso. Los notaba tristes y algo nerviosos. Me senté y dije.
- -¿Pasa algo?
- -A ver… Ariadna… Llevamos ya un año aquí, y comprendemos que has hecho amistades nuevas, e incluso tienes una nueva vida ya montada.
- -Mamá, papá… ¿qué pasa?
- -Tenemos que irnos.
Esas palabras se me clavaron en el corazón como puñales. No podía estar pasando. Celeste, ¿qué pasaría con ella?
- -No podemos irnos, no ahora. Es imposible. Pero, ¿por qué?
- -Hemos hecho un intercambio con tus tíos, y ellos se vienen aquí y nosotros a Estados Unidos.
- -¿¡ A Estados Unidos!? ¿Y por qué no habéis rechazado?
- -Porque allí no tendremos que viajar nada. Y porque será nuestro hogar definitivo para siempre.
- -No podéis separarme ahora de esto, no podéis. Es injusto.
- -Lo siento hija. Nos vamos el miércoles.
Para el miércoles sólo faltaban dos días. No podía irme y dejar a Celeste aquí. Yo había construido algo con ella que creía que era irrompible. Y ahora, ¿cómo se lo decía? ¿cómo le decía que yo había puesto patas arriba su vida para marcharme? No podía decírselo.
Me llamó por la noche, como todos los días.
- -¡Hola cariño!
- -Hola.
- -¿Qué te pasa?
- -¿A mí? Nada.
- -Con sólo escuchar tu voz lo sé. Venga va, ¿qué te pasa?
- -Nada, una pelea con mis padres. Pero no es nada. Tengo sueño. ¿Hablamos mañana?
- Como quieras, descansa.
Por la mañana no quería levantarme. Sabía que cada minuto que pasaba me alejaba de todo esto, y no podía. Todo me pesaba muchísimo, pero lo que más era despedirme de Celeste y de Valentín. No podría soportar despedirme de ella. Cuando llegué a clase, le dije.
- -Valentín, tengo algo que decirte.
- -¿Qué te pasa?
- -Me voy.
- -¿Estás enferma?
- -No, que me voy de Madrid.
- -¿¡ Que te vas ¡?
- -Shhhh, no grites. No lo sabe Celeste.
- -Pero no puedes irte, Ari. Eres mi única amiga.
- -Y tú mi único amigo, pero no hay nada que hacer, me voy mañana.
- -Pero… mañana… pero eso es muy pronto Ari.
- -Lo sé, pero es imposible, Valen. No puedo quedarme de ninguna manera, lo he intentado todo.
- -Pero, Ari… ¿te vas a olvidar de mí?
- -Claro que no, tonto. Cada día me voy a acordar de ti y de todos nuestros momentos. Voy a irme con --Celeste, voy a decírselo.
- -Mucha suerte.
Nos abrazamos. Yo cogí a Celeste del brazo y me la llevé a un parque cercano. Nos sentamos en un banco, y ella me preguntó:
- -Ari, ¿qué pasa? Me estás asustando.
- -Celeste… tengo algo que decirte…
- -¿Qué pasa?
- -Me voy.
- -¿Qué te vas? ¿Adonde?
- -A Estados Unidos.
- -No.
- -Sí..
- -¿Cuándo?
- -Mañana.
- -¡Mañana! ¿Qué dices? No puedes irte. No. No. ¿Qué voy a hacer sin ti? No puedes irte. Quédate, nos buscamos un piso, y yo me pongo a trabajar, y..
- -Tranquila, tranquilízate. – la interrumpí.
- -Pero no puedes irte. Me voy contigo.
- -Es imposible. Eres menor de edad y no puedes irte aún. Y yo tengo que irme por lo mismo. He estado buscando alguna solución pero no hay. Me voy y no hay otra.
- -Pero… ¿qué voy a hacer sin ti?
- -¿Y yo sin ti?
- -Cariño, tú eres mi vida.
- -Y tú eres la mía. Pero voy a volver, cada mes voy a venir y voy a estar contigo. Y voy a llamarte cada día para que no te olvides de mí.
- Pero no quiero estar sin ti, no podría.
- -Claro que puedes. Dentro de nada ya cumplimos la mayoría de edad. Y podré venir a vivir aquí, contigo. No te preocupes, sólo necesitamos paciencia.
- -Pero joder Ariadna, que yo contigo he vivido lo mejor de mi vida, y no puedes irte porque no podría sobrevivir sin ti.
- -Claro, tienes a Álex, y a Roberto, y a Valentín también. No te preocupes.
Yo tenía que darle fuerzas a ella. Tenía que transmitirle que todo iría bien, que no podría olvidarme de ella ni un solo segundo. Se echó a llorar, y no paraba. Creo que hasta le dio ansiedad. Logré tranquilizarla, y volvimos a clase.
Ese día estuvimos juntas cada segundo. Ella se empeñaba en decir que no podría estar sin mí, pero yo necesitaba que mis últimos momentos allí fuesen buenos, verla reir, y verla bien. A la noche llegué muy tarde, y me dispuse a hacer la maleta. Otra vez tenía que encerrar mi vida en una maleta para intentar empezarla en otro sitio. Metí toda mi ropa, y alguna de Celeste. Metí todos sus regalos, nuestras fotos, y me llevé su perfume. No pude evitarlo, una lágrima recorrió mi mejilla. No podía evitarlo, me mataba ver mi cuarto vacío de nuevo, toda mi vida de un año metida en cajas de cartón.
Esa noche no dormí nada, estuve toda la noche en la ventana mirando las estrellas. Era casi verano, y el cielo estaba claro y estrellado. Por la mañana, desayunamos, y quedé en el aeropuerto con Celeste y con Valentín para despedirme.
Primero fue Valentín:
- -Bueno, Ariadna, que sabes que desde que llegaste aquí has sido alguien especial para mí, que no voy a poder olvidarte peliazul.
- -Jo, Valen, yo tampoco te podré olvidar. Porque nunca voy a encontrar a ningún amigo como tú, que me haya comprendido tanto desde el primer momento.
- -Que ya sabes que tienes mi número, y que si no te quieren allí me llamas y yo te saco un billete para volver, ¿vale?
- -Sí, lo sé. Lo mismo te digo.
- -Cuídate, te quiero.
- -Yo también.
Luego Celeste. Estábamos llorando las dos.
- -Todavía no sé que voy a hacer sin ti.
- -Yo tampoco. Se me hace imposible pensar que mañana me voy a despertar y tú no vas a estar aquí.
- -Si me echas de menos, tócate el corazón, yo soy el segundo ‘pum’, ¿vale?
- -Claro que sí, pequeña. No te preocupes. Te voy a llamar cada día, y vendré cada mes. Lo prometo.
- -Lo sé. Y bueno… quiero agradecerte que me hayas enseñado cómo soy. Y que voy a estar contigo para siempre. Que me has enseñado lo que es amar de verdad, Ari.
- -Sí, yo también quería agradecerte que me hayas hecho pasar los mejores cinco meses de mi vida. Pero que seguimos contando meses, que no voy a poder sacarte de aquí – dije tocándome el corazón.
- -Te quiero mucho, ¿vale? No lo olvides.
- -No lo olvidaré. Te quiero.
Cogí mi maleta, y me metí dentro. Desde el avión podía ver todo Madrid. Yo no podía creérmelo. Hace dos días mi vida iba tan bien… y de repente todo se tuerce. Celeste ya no estaba a mi lado, y yo tenía que aprender a vivir con ella de otra manera, tenía que aprender a echarla de menos sin que eso me superara, y lo veía tan imposible… No podía creer que había dejado a la otra mitad de mi corazón ahí, entre tanta gente. Sólo deseaba que ella fuera feliz, que me recordara pero sin que sufriera, y que no me olvidara, ni a mí ni a los momentos que pasamos.
viernes, 25 de mayo de 2012
Capítulo 8 - Infinito.
Después de aquello todo fue mejor. Yo iba cogiendo más y más confianza con Celeste, y cada día iba conociendo más cosas de ella. Se creó algo entre nosotras que yo no había tenido con nadie, como si fuera una burbuja, y lo de fuera casi ni existía.
A los dos meses de estar saliendo, su amiga Cristina se mostraba cada vez más distante con ella, casi ni la llamaba para salir ni para contarse sus cosas, y Celeste se preocupaba.
- -Noto a Cristina muy rara conmigo últimamente – me dijo.
- -¿Por qué dices eso?
- Pues no me llama para nada, ni siquiera para dar una vuelta. Llevo unos días sin saber nada de ella.
- Sí, en clase también la he notado más distante. Habla con ella, quizá esté molesta por algo.
Celeste me hizo caso, y hablaron en un recreo.
- -Oye, Cristina, ¿te pasa algo? Te noto rara conmigo.
- -No, no me pasa nada, tengo que irme, adiós.
- -Oye, espera. ¿Vas a decírmelo? Somos amigas desde primaria y sé que me ocultas algo. ¿He hecho algo que te ha molestado?
- -Mira, Celeste, desde que estás con esa chica todo es diferente. La gente habla mucho de ti e incluso de mí, y a mí me molesta.
- -¿Qué? ¿Desde cuándo te ha importado la gente Cristina?
- -Pues desde que tú no estás conmigo.
- -Yo nunca he dejado de estar contigo, no seas injusta. Siempre te he llamado cada semana para quedar y siempre ponías excusas. O simplemente llamaba para hablar y me decían que no estabas, pero sí estabas.
- -Mira, Celeste, no me parece bien que estés con esa chica. Tú nunca has sido así y yo.. no sé, siento qe ya no eres la Celeste que yo conocía.
- -Soy la misma, no puedes hacerme esto por estar con Ari.
- -Yo no estoy haciendo nada. Te estás separando de tus padres, y a Raúl le hiciste mucho daño.
- -Cristina, no me lo puedo creer. ¿Desde cuándo mis padres han estado unidos a mí? Y dime cuántas veces me ha hecho daño Raúl. Además, eres mi amiga, ¿no? ¿Por qué no piensas en mí y en que es mi manera de ser feliz anteponiéndolo a cualquier cosa?
- -Porque no yo quiero una amiga así.
- -Pues ya está, no la tienes.
Y ahí acabo su relación con Cristina. También he de decir que lo pasó mal, pero yo le ayudé a entender que si alguien no la aceptaba tal y como era, tal vez no era necesaria en su vida. Y noté como ella se apoyaba en mí, se dejaba ayudar, y eso me gustaba. Cambió de amigos, empezamos a juntarnos con gente más afines a nosotras, donde estábamos muy a gusto. Al poco tiempo de todo eso, Celeste tuvo una pelea con sus padres, que se enteraron de lo nuestro.
- -Celeste, tenemos que hablar contigo – dijo su madre.
- -¿Qué pasa?
- -Vamos a llevarte a un psicólogo.
- -¿Qué?
- -Nos han dicho que andas saliendo con una chica.
- -Sí. ¿Y?
- -¿No te das cuenta? Eso está mal, Celeste. Te está engañando. Esa gente es mala.
- -Mamá, papá, no necesito ir a ningún sitio. Soy mayor para saber lo que quiero, y lo que quiero es ser así, porque me he dado cuenta de que soy así. Os guste o no.
- -No puedes hablarnos así, mañana tenemos cita.
- -No pienso ir.
- - Claro que piensas ir, jovencita. Esto que estás haciendo nos dejará muy mal delante de toda la ciudad.
- - Pues vale, allá vosotros con vuestro ‘qué dirán’. No pienso ir.
Ella pasó esa noche en mi casa. Al día siguiente sus padres la estuvieron buscando, y yo le aconsejé que fuera a casa. Desde ese día la relación con sus padres es más inexistente. Viene a mi casa a dormir casi todos los días, y sus padres no quieren saber nada de ella. Sufrió mucho con ese tema, porque sus padres no querían ni mirarla, pero tenía el apoyo de toda mi familia, y creo que le ayudó bastante.
Después de eso ya no hubo más peleas ni enfados. Sólo estábamos ella y yo. Pasábamos juntas veinticuatro horas al día, estudiábamos, comíamos, paseábamos y cenábamos juntas cada día. Yo mejoré mucho mis estudios. Y ella se dio un cambio de look. Ahora ella tiene el pelo corto, rubio con mechas negras. Sus ojos verdes como siempre y un pintalabios rojo que le resalta bastante. Empezó a vestir con ropa muy ancha, casi dos tallas más grandes que la suya. Ahora ella se sentía muy a gusto con ella misma, pues había descubierto quien era verdaderamente.
Cada día pasaba algo nuevo y diferente. Nos escribíamos cartas que nos dejábamos en las taquillas. Y hasta nos hicimos un tatuaje. Yo me tatué una C muy grande en la nuca, y ella una A cerca del ombligo. Sabíamos que podíamos estar así toda la vida. Tanto ella como yo descubrimos una felicidad que antes era como imposible, se podía decir que encontramos a esa ‘media naranja’ que todos buscan.
viernes, 18 de mayo de 2012
Capítulo 7 - Los imposibles existen.
Pasaron varios días, y yo no tenía noticias nuevas de Celeste. Sólo sabía que algo no iba bien por su forma de mirarme. Una mañana, Valentín vino muy inquieto.
- .¡Ariadna, Ari!
- .¿Qué es? ¿Qué pasa?
- .Celeste… Celeste ha cortado con su novio.
- .¿Qué? ¿Cuándo?
- .Hace ya dos semanas.
Me quedé muda. ¿Por qué? En mi cabeza sólo escuchaba esas dos palabras: ¿por qué? En todo el día no vi a Celeste, y en el recreo ella me llamó.
- .Ariadna, ¿puedes venir al parque del centro?
- .¿Ahora? Estas loca.
- .Te estoy esperando.
- .Vale, vale voy. Esperate diez minutos.
Me fui sin pensármelo dos veces. Llegué corriendo, exhausta, y allí estaba ella.
- .Espero que sea importante.
- .He dejado a Raúl.
- .Pero… ¿pero por qué?
- .Porque he estado pensando, pensando mucho. Y quizá tengas razón, quizá me gusten las chicas y quizá me gustes mucho tú.
- .No puedo creérmelo.
- .Bueno, querías sinceridad, ¿no? Aquí la tienes.
- .¿Pero estás segura de todo lo que me estás diciendo, o mañana cambiarás de opinión?
- .No… Llevo unos días intentando hablar contigo, pensando en qué decirte… Creo que deberías saberlo antes que nadie.
- .Ya, bueno… me alegro de que te hayas aclarado.
Me besó. Me tumbó en el césped, y estuvimos besándonos mucho rato.
- -Ariadna, yo te quiero.
Yo me paralicé. De repente todo mi interior se había parado, incluido mi corazón. Todos los momentos que pasé con ella me pasaron rápidamente por la mente, a modo de fotografías. No podía creérmelo, lo que yo creía imposible estaba pasando, era real.
- -Yo también te quiero.
Estuvimos todo ese día juntas. Paseando. Era realmente increíble. Ella estaba al final de mi brazo, agarrando mi mano, con fuerza pero suave. No podía parar de mirarla, de escucharla y de olerla. Sabía que era muy especial. Al anochecer, la acompañé a casa.
- - Bueno, mañana nos vemos en clase – le dije.
- -Sí – me sonrió.
- -¿Puedo cogerte de la mano allí o debemos llevarlo en secreto?
- -Me gustaría que por ahora no lo supiera nadie, hasta que no se lo cuente a mis amigos.
- -Vale, me parece bien. Descansa, ¿vale?
Nos besamos. Después yo me fui a casa. Llamé a Valentín.
- -No te lo vas a creer.
- -¿Ari?
- -Estoy saliendo con Celeste
- -¿¡Qué!?
- -Sí, por eso me he ido de clase. Me ha llamado ella y me ha contado que ha dejado a su novio porque sentía algo por mí. No puedo creérmelo Valentín, creí que era imposible.
- -Pues me alegro un montón, en serio.
- -Esque es increíble, ¿sabes? Su forma de decirme las cosas ha sido lo que más me ha tranquilizado, porque ella estaba bien, esta tranquila.
- -Qué bien, Ari, me alegro mucho por ti, te lo mereces.
Amaneció, y yo estaba como loca por ir a clase. Volver a verla, abrazarla… Cuando llegué, ella estaba en la puerta, esperándome.
- -Buenos días
- -Buenos días, Celeste, ¿qué tal la noche?
- -Muy bien. Hoy voy a hablar con Cristina, se lo voy a contar todo.
- -Me alegra mucho que hayas aceptado tus sentimientos y que quieras ir a por todas con esto.
- -Bueno, nadie me ha hecho sentir lo que tú nunca, así que debe ser especial. Y yo debo darlo todo igual que tú.
- -No lo dudes.
En el recreo yo me fui con Valentín, y vi a Celeste con Cristina. Vi como su cara de asombro iba en aumento a cada momento que pasaba, al principio noté que no se lo creía, pero luego vi que se dieron un abrazo. Me tranquilicé, me hubiera sentido muy mal si se hubieran enfadado por lo nuestro. Luego se acercó a mí.
- -Ya se lo he dicho.
- ¿Y qué tal?
- -Bien, se lo ha tomado bien. Dice que lo primero que quiere es que yo sea feliz, le da igual con quién.
- -Vaya, me alegro un montón, en serio.
Me plantó un beso. Y de repente todas las miradas estaban puestas en nosotras. No podía creer que hubiera hecho eso, que hubiera dejado de lado todos los comentarios que se podían decir de ella por mí. Me hacía sentir especial.
Por la tarde fui a su casa, y me enseñó su habitación. Fuimos a un parque, y nos tumbamos en el césped.
- -Soy muy feliz, Ari.
- -Yo también lo soy, y me alegro de que te hayas dado cuenta de todo.
- -Sí, porque en realidad yo antes no era feliz del todo, Raúl no me llenaba lo suficiente, y bueno… todo era peor.
- -Sí, bueno, supongo que cuan…
Alguien se acercó a Celeste y le tocó el brazo.
- -¿Eres lesbiana?
- -¿Raúl? ¿Qué haces tú aquí?
- -¿Me has dejado por una chica? Estás de broma.
- -Oye, Raúl, yo no tengo por qué darte explicaciones, te dije que no estaba a agusto y que no quería seguir contigo, y ya está.
- -Me estás diciendo que una mujer es mejor que yo, ¿no?
- -No, te estoy diciendo que yo soy feliz así y punto.
- -Oye, chaval, perdona pero nos estás molestando. Si no te importa estábamos mejor sin ti. – le dije yo.
- -Tú eres la culpable de todo, Celeste me mentía diciéndome que iba a casa de Cristina cuando en realidad iba contigo, y tu la confundiste y ahora está contigo.
- -¿Perdona? Mira, si Celeste te mentía era porque estaba mejor contigo que conmigo, y nadie tiene culpa de eso. Si yo le aporto cosas que tú no podías no puedes culpar a nadie, es así y ya está.
- -Celeste está contigo porque no sabe lo que quiere.
- - Mira Raúl, vete. No quiero saber nada de ti, piérdete. Te dije que lo nuestro había acabado. Busca a otra chica que te quiera, y déjame ya en paz, ¿vale? – Dijo Celeste, enfadada.
- - Como quieras, pero te vas a arrpentir de haberme hecho esto.
Se fue. Estaba muy enfadado, hubo un momento en el que creí que iba a perder los papeles e iba a pegarnos. Me daba miedo esa clase de chicos, era controlador y frío, y manipulador.
- -Perdona, es que le cuesta asimilarlo.
- -No pasa nada. Si te molesta dímelo, ¿vale?
- -Sí, tranquila.
- -Has actuado muy bien, muy traquila y segura de lo que decías.
- -No le tengo miedo, ni a él ni a lo que siento.
Estuvimos hablando todo el día, hasta que anocheció, la llevé a casa, y luego me fui a la mía. Llamé a Valentín:
- -No te vas a creer lo que ha pasado – le dije.
- -¿Qué?
- -El ex de Celeste vino cuando estábamos en el parque.
- -¿Sí? ¿Y qué pasó?
- -Celeste le dijo que estaba conmigo y que si no lo aceptaba allá él. He pasado miedo en realidad porque creía que iba a enfadarse y a pegarle a todo.
- -Sí, dicen que es algo violento.
- -Qué susto.
- -Bueno, y con Celeste bien, ¿no?
- -Sí, muy bien. Es muy dulce. Me encanta
- -Me alegro mucho. En el instituto dicen que sois la pareja del año, que sois muy monas y que ojalá duréis mucho.
- -¿Sí? Yo pensé que dirían que dabamos asco o algo.
- -Qué va, yo también pensaba eso pero nos equivocábamos.
- - Pues mejor. Bueno, voy a la cama, es tarde. Buenas noches Valen.
- - Adiós Ari, descansa.
sábado, 12 de mayo de 2012
Capítulo 6 - Sinceridad
Me levanté muy temprano, me duché y desayuné. Quería salir antes a dar un paseo a despejarme, con todo este lío me había olvidado de Valentín. Esa noche estuve pensando que quizá lo mejor sería contárselo todo, no se merecía más que yo le mintiera, pues yo no pensaba esconderme más. Llegué a clase, y ahí estaba él. Las horas no pasaban, eran interminables, y yo no quería ver más a Celeste, me afectaba mucho su presencia allí. En el recreo estuve hablando con Valentín, y le dije que tenía algo que decirle muy importante, y quedamos por la tarde.
Celeste no me dirigió la palabra en todo el día, ni un simple ‘hola’. Estaba enfadada, ¿qué había hecho yo para que no me dirigiera la palabra? No lo entendía. Fui a casa, y por la tarde fui al café con Valentín.
- -Hey, Ariadna.
- -Hola, Valen.
- -¿Quieres un donut?
- -Sí, por favor.
Me compró un donut de chocolate, sabía perfectamente cuál me gustaba. Se sentó en frente de mí.
- -A ver, ¿Qué es eso que tienes que contarme? Estoy muy intrigado.
- -Es un asunto muy serio, Valentín. No puedes decirle nada a nadie.
- -Te lo prometo.
- -A ver… pues desde que yo llegué aquí ha habido una chica que me ha gustado, y yo…
- -¿En serio? ¿Y por qué no me lo has dicho? ¿La conozco? ¿Quién es?
- -Jopé, déjame acabar. Pues eso, que desde que llegué me gustó. Al principio era un simple tonteo, pero poco a poco se ha convertido en algo más… extraño. Antes de ayer la besé, y ella me ha dicho que yo le gusto.
- -¡Hala! ¿Has sacado del armario a alguien de aquí? Te mereces un aplauso, sí señor.
- -Sí, bueno… El caso es que no sé si te gustaría saber quién es.
- -¿Cómo?
- -Pues… pues que es Celeste.
No respondió. Se quedó boquiabierto mirándome, hasta que le dije.
- -¿Estás bien?
- -¿En serio? ¿Celeste? Es una broma.
- -Ojalá… Esque no quería ocultártelo más, porque tú eres mi mejor amigo y…
- ¿Cómo que tu mejor amigo? ¿Crees que puedes hacerme esto? ¿Cuántas mentiras me has contado a cambio de un par de besos? Además, sabías que me gustaba. Yo creía que eras de otra manera…
- -Pero.. pero yo…
Se fue. Me dejó sola en medio de la gente. Me sentía realmente mal. Con lo que me había costado decírselo, y ahora había perdido a mi único amigo. Fui a casa, llorando, no podía contenerme más, ella era la culpable de todo. Ella y sus estúpidos ojos azules que sólo me decían mentiras, ella y su estúpido pelo rubio. Llamé a mi madre.
- -¿Mamá?
- -Ari, hija, ¿qué te pasa? ¿estás llorando?
- - Me encuentro mal.
- - A ver, cuéntame.
- - Pues desde que llegué me gusta una chica de aquí, y es la misma que le gusta a mi mejor amigo… Entonces ella y yo nos besamos, y yo se lo he contado todo a mi amigo porque no quería mentirle más y se ha enfadado conmigo.
- -Pues sí que pasan cosas desde que no estoy, ¿no? A ver, no te preocupes. Habla mañana tranquilamente con él y explicale todo lo que sientes, y pídele disculpas por mentirle… En cuanto a ella…
- -No, de ella no quiero saber nada. Se ha portado mal conmigo.
- -Bueno, cariño. Intentaré llegar mañana temprano a casa y estar contigo. Descansa, ¿vale?
Colgué. ¿Qué iba a decirle yo a Valentín? Al menos le pediría disculpas por las mentiras, y si no quería seguir siendo mi amigo lo entendería. Llegué a casa, comí algo y me puse a ver la televisión. Sólo había películas de amor, de esas en las que todos los finales son felices y todos acaban comiendo perdices, y entonces me daba cuenta de cómo acabó mi historia, y de que lo único que comía era un sándwich de queso.
Al día siguiente, justo cuando entré a clase, Valentín se acercó a mí, y me dijo que quería hablar conmigo en el recreo, yo asentí. Vi a Celeste, estaba triste, yo se lo notaba. La saludé pero no obtuve respuesta, así que no quise preguntarle qué le pasaba en todo el día.
En el recreo esperaba a Valentín en el mismo banco de siempre, y él llegó rápidamente.
- -Bueno, Ariadna, yo quería hablar contigo.
- -Y yo también.
- -A ver, empieza tú.
- -Bien… pues yo quería decirte que lo que hice no lo hice con mala intención, que fue para no hacerte daño. Quiero que sepas que estoy muy arrepentida de habértelo ocultado, y que me des otra oportunidad, no soy una mala amiga.
- -No te preocupes, estuve pensando, y llegué a la conclusión de que nuestra amistad no debe irse al garete por una chica. Si a ti te hace feliz a mí también, y no te preocupes por mí, estoy bien. Celeste no era nada importante para mí más que una simple amiga, no me costará buscar a otra.
- - Uff.. no sabes lo tranquila que estoy ahora.
Nos dimos un abrazo, y vi cómo Celeste nos miró, pero al ver que yo la miré apartó la mirada.
- -Bueno, cuéntame, ¿qué te dice Celeste?
- -Al parecer quiere seguir con su novio y mentirse antes de aceptar que le gustan las chicas.
- -A lo mejor está confundida.
- -Sí, pero entonces no me habría empotrado contra la pared del baño el otro día.
- -¡Qué dices! ¿En serio?
- -Sí. Yo creo que se miente porque no quiere aceptarlo, porque aquí está mal visto y eso no entra en lo políticamente correcto. Todo son apariencias y ella debe aparentar ser feliz con alguien que no la valora.
- -Vaya… quizá tengas razón. Por eso ella me preguntaba tantas cosas de tí.
- -¿Sí? Bueno, en cualquier caso ha decidido pasar de mí.
- -Qué mal…
- -Ya, bueno… Algún día se dará cuenta de todo, ¿no?
- - Sí, supongo que sí.
Volvimos a clase, y yo notaba como la mirada de Celeste se perdía cada vez que yo la pillaba mirándome. ¿Qué le pasaba conmigo? ¿A qué venían tantas miradas?
viernes, 4 de mayo de 2012
Capítulo 5 - La batalla de los sentimientos.
Me levanté con una sensación extraña. No sabía si no quería ver a Celeste o si me moría por verla. Llegué a clase, y allí estaba, con Cristina. Le dije hola y ella me saludó. Valentín y yo estuvimos hablando en clase.
- ¿Sabes? Van diciendo que Celeste tiene problemas con su novio. Quizá ahora es mi momento para ligar con ella.
- - ¿Quién dice eso? – le pregunté.
- - No sé, la gente. ¿Crees que es buena idea que quede con ella para ver qué pasa?
- -No digas bobadas, Celeste está muy bien con su novio.
- -¿Y tú cómo lo sabes?
- -Pues porque lo sé, si no estaría triste y estaría mal, pero mírala, está contenta. Serán rumores nada más.
- -Bueno, no pierdo nada quedando con ella, ¿no?
- -Haz lo que quieras.
En el recreo, fui al baño. No había nadie. Al abrir la puerta, estaba ella.
- -¡Uh! Perdón.
- -Podrías llamar antes de entrar, ¿no? – dijo ella saliendo del baño.
- -Lo siento, es que no escuché nada y …
Me metió en la baño. Empezó a besarme. Yo estaba entre ella y la pared. Ella me cogía con fuerza de los brazos, y yo me dejé llevar. Estuvimos un buen rato besándonos, hasta que me separé de ella unos centímetros y le dije.
- - ¿Vas a seguir mintiéndome?
- - ¿Qué?
- -¿Vas a decirme que yo no te gusto? Si no, ¿a qué ha venido todo esto?
- -Mira Ari, yo no sé lo que siento. Sólo sé que cuando estás a mi lado todo es un poquito mejor, y cuando te beso siento algo por dentro que no había sentido nunca.
- -Te gusto, Celeste.
- -Sí, quizá sí. Pero yo no puedo hacer esto, está mal.
- -¿Por qué está mal?
- -Porque yo tengo novio.
- -Ah sí, un novio que pasa de ti, es cierto.
- -Mira, Ariadna, vale que no sea muy bueno, pero me quiere de verdad y yo a él también.
- -Ya, claro. Y yo, ¿qué?
- -¿Qué pasa contigo?
- -¿Cómo que qué pasa? Que ayer me dijiste que era una tontería, y hoy coges y me besas de nuevo, pero tú quieres a tu novio, ¿no? ¿Te das cuenta de la contradicción? Mira, yo creo que sí que te gusto yo, más de lo que te gusta tu novio, pero que no quieres aceptarlo porque eso no está bien según la gente como tú. Pero yo no tengo la culpa, yo sí acepto cómo soy, y yo sí acepto que me gustas mucho, muchísimo. Así que si no te importa aclárate un poco antes de hacerme daño.
Me marché dando un portazo. Estaba muy enfadada, cogí mi mochila y me fui a casa, diciéndole a todos que estaba enferma. No aguantaba a esa gente, no aguantaba que no aceptara nada, que se contradijera tanto, y no aguantaba que jugara conmigo de esa manera. Me pasé el día en mi habitación encerrada, llorando. No lloraba por el daño que me hacía, sino de la impotencia de no poder cambiar nada, de que hubiera empezado así, y de que hubiera terminado así. Lo que no sabía es que todo acababa de empezar en ese momento…
- -¿Ariadna? – Se escuchaba al otro lado del teléfono.
- -¿Qué quieres?
- -Quiero hablar contigo.
- -¿Para decirme que ha sido una tontería y que quieres a tu novio? ¿O para decirme que no te gusto?
- -No seas así conmigo, por favor. Yo ahora siento muchas cosas a la vez, siento que me gustas pero a la vez no quiero que me gustes. Es algo extraño, pero quiero que sepas que yo no quiero hacerte daño.
- -Es un poco tarde, ¿no?
- -Siento mucho lo de hoy, ¿podrás perdonarme?
- -Lo dudo. Pero da igual, no tengo ganas de hablar contigo. Hablamos mañana.
Le colgué. No podía más, era inaguantable. Me pasé la tarde leyendo un libro de terror, para despejarme. Luego decidí ir al parque. Ya allí, me tumbé en el césped, y miraba el cielo azul, con todas sus nubes y sus pajaritos. No pude evitarlo, se me saltaron las lágrimas. Ella se había convertido en un punto de mi vida en el que después de él ya nada sería lo mismo, estaba segura. Ella me había gustado desde el primer momento, y nunca me dio un solo aviso de que podía salir mal, todo lo contrario. Yo notaba sus miradas en mi piel, y había sentido sus labios en mis labios, y sabía perfectamente que no era una tontería. Pero ahora no sabía qué hacer, no sabía si pasar de ella o seguir en su vida, no sabía si estaba dispuesta a que me siguiera haciendo daño, o seguir a su lado para que se diera cuenta de las cosas. No sabía nada. Se hizo de noche y yo volví a casa, y ella estaba en la puerta.
- -¿Qué haces aquí?
- Estoy esperándote.
- -¿Para qué? Te dije que no quería hablar contigo.
- -Pues porque… no lo sé. Porque yo sí quiero hablar contigo.
- -Ya, pero es que yo no. Y ya has hecho bastante lo que has querido.
- -No seas así. ¿Quieres hablar conmigo?
- -Va, entra, pero muy poco, estoy cansada.
Entramos y fuimos al salón, nos sentamos en un sofá pequeño, de color azul oscuro, y ella empezó diciendo:
- -Bueno, voy a serte sincera. Desde el primer día que te ví he sentido algo raro, no sabía lo que era, por lo que yo seguí como si nada. Pero cada vez que quedábamos, o que simplemente hablábamos en clase, esa cosa rara aumentaba. Cada día iba a más, y yo seguía sin saber qué era. Yo seguía con Raúl y la cosa va bien, pero desde que nos besamos ya no sé si siento lo mismo por él. Creo que me gustas, y que quizá la realidad no se aleja mucho de lo que tú me dices, quizá tengo miedo a que me gustes.
- -Bueno, me alegro de que hayas sido sincera conmigo. Puedes irte ya, si quieres.
- - ¿No vas a decirme nada?
- - ¿Qué quieres que te diga? ¿Que me gustas muchísimo y que nadie ha logrado hacerme sentir lo que tú? No creo que sirva para nada, tu seguirás en tu mundo correcto, con tu novio. Así que, como creo que vas a seguir con él en vez de enfrentarte a tus sentimientos, prefiero que dejemos de hablar por un tiempo.
- -Ari.. Ari no. No me hagas esto. Es muy difícil y yo no quiero hacerle daño a él.
- -¿Estás bromeando? ¿Cuántas veces te lo ha hecho él a ti?
- -Pero esto es muy fuerte, además, yo tengo que asimilarlo.
- -Para cuando lo asimiles yo ya me he mudado tres veces. Dime una cosa, Celeste, ¿cuando me besas no sientes que es algo especial?
- - Pues… pues sí, pero…
- - Pero nada, eso debería bastarte para dejarlo todo atrás. Porque pongo la mano en el fuego por que con él no tienes la misma sensación.
No respondió. Se me quedó mirando perpleja, quizá pensando en alguna respuesta.
- -Con tu silencio me basta, ¿nos vemos mañana?
- -Sí, vale.
La acompañé hasta la puerta, y la vi cómo sus ojos querían quedarse al lado de los míos, y que yo le dijera algo que a sus oídos les agradasen. Pero no podía, no podía derrumbarme y decirle que esperaría el tiempo que hiciera falta, porque no sabía de cuánto tiempo disponía. Supuse que ella seguiría con su vida y que yo tendría que seguir con la mía, y que no seríamos nada más que amigas. Esa noche no pude dormir, estaba inquieta y nerviosa, y no sabía por qué.
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